martes, 13 de julio de 2010

Review: Celebration on Ice (parte 1)

Caía la noche en la costa catalana. La iluminación nocturna del parque PortAventura dormitaba allá en la oscura noche del Salou veraniego. Eran las 22:00h y Bloggercoaster se dirigía a probar y analizar uno de los grandes “hype” de la temporada para el parque de la Costa Daurada: Celebration on Ice.

El 15º aniversario del parque temático, la contratación de su nuevo director de espectáculos Gianfranco Bollini y la vuelta de tuerca al negocio que desde principio de temporada habían prometido los italianos Invest Industrial me motivaron para realizar la visita a dicho espectáculo, esperando encontrar (nunca mejor dicho) un soplo de aire fresco y una nueva oferta del gigante de ocio en el que se ha convertido PortAventura.
 
Ciertamente, he de decir que la apuesta de Bollini ha sido arriesgada y que el trabajo que debe haber costado realizar, desde su planteamiento hasta su desenlace, este nuevo proyecto es loable. No es fácil en tiempos tan difíciles económicamente hablando promover una iniciativa diferente a las que se han venido ofertando a lo largo de estos años en diferentes campañas. He de felicitar pues, desde un principio, la decisión de re-utilizar la Alexandría, la sala más grande del nuevo y flamante Centro de Convenciones, estrenado hace ya casi un año.


¿Qué encontramos en “Celebration on Ice”?

Seamos claros, todos aquellos y aquellas que hayáis visitado ya alguno de los shows que aterrizan de tanto en cuando en Barcelona o Madrid de la mano de Disney u otras compañías, podéis rebajar muchísimo vuestras expectativas.

 
Aspecto que ofrecía el Centro de Convenciones de PortAventura, 20 minutos antes del inicio del show.

Si es la primera vez que visitas un show de patinaje sobre hielo, puedes respirar tranquilo, pues probablemente salgas encantado del show y pensando que has visto algunas de las piruetas, ejercicios, coreografías y escenografías más espectaculares de tu vida.

Pero si lo que buscas es un show difiera de los demás, que te aporte novedad, que le dé un toque creativo a lo visto hasta el momento, más vale que no pases de la taquilla, pues quizás quedes decepcionado y con hambre de más.


El interior del elegante Centro de Convenciones, donde encontraremos la ubicación del evento.

El show se divide en dos partes exageradamente diferenciadas. De principio a fin da la sensación de que la voz en off nos tenga que perseguir eternamente recordándonos, como niños pequeños, lo que vamos a ver en cada momento. Ello, sumado a la cacareada publicidad añadida del parque (totalmente innecesaria y que rebaja muchísimo el nivel profesional del resort) hace que la paciencia disminuya progresivamente, en busca de algo realmente innovador y espectacular que nos haga vibrar, aplaudir o emocionarnos.

La primera de estas dos partes es un compendio de “hits” de toda la vida quemados y re-quemados ya anteriormente en radio-fórmulas, musicales y homenajes póstumos. Nos acompañan auditivamente desde las clásicas canciones de Queen hasta las nuevas composiciones para el musical Nine, pasando por el jolgorio de Abba o la sobriedad del Moulin Rouge.

 
La entrada al show está bien señalizada, con carteles que anuncian el espectáculo.
Para cada uno de los hits, expuestos en versión “radio-edit” el elenco de patinadores se dispone a mostrarnos una variedad generosa de vestuario, coreografías y piruetas clásicas del patinaje artístico como decenas de lutz, salchows, axels dobles y triples, loops individuales y en pareja, todo ello completado con recorridos ovalados, en 8 y alguna pirueta individual de molinillos, pero muy aislada y puntual, que despertaba tímidamente algún aplauso aislado de las gradas.

El repertorio se estira hasta completar algo más de media hora de música, luces, algunos efectos (humo, espuma, pompas de jabón) y estructuras repetidas de coreografías acabadas con los patinadores cuadrándose en el centro de la rectangular pista, sonrientes mirando a la eternidad del centro del pabellón (curiosamente allá donde no hay gradas ni público).

 
Las gradas no presentaban su mejor aforo en este pase...
Pasado este periodo, se alzan las luces y en pista aparece un encargado con una plancha que va alisando y arreglando la pista maltrecha por las cuchillas de los artistas minutos antes. Tiempo de realizar un refrigerio en el bar dispuesto en la entrada a este fin o charlar con el compañero/a de las sensaciones transmitidas por esa primera parte.

La belleza deja paso al aburrimiento...

La sensación, al menos en mí fue clara: me quedé muy frío. Ironías aparte, no dejó en ningún momento de darme la sensación de estar asistiendo a una audición de temas míticos, como aquél que se enchufa su CD grabado en una mini-cadena o en el MP3. Y aparte, eso sí, un grupo de patinadores intentando dar sentido a la música que, de por sí, ya es espectacular, sin necesidad de tener que ver una serie de movimientos repetitivos y carentes de espectacularidad de por sí.

 
Tienda de merchandising y bar al fondo, para tomar refrigerios y comprar souvenirs varios.
No vi grandes coreografías, no vi formaciones acrobáticas de esperpento dignas de arrancar aplausos a la grada. Ni siquiera pude destacar a ninguno de los patinadores, ninguno de ellos me hizo sentirme identificado con su papel o simpatizar con sus movimientos. Me faltó muchísimo tacto por parte de los actores, que en ocasiones parecían meros maniquíes puestos allí para hacer un par de piruetas y volver a sus casas.

Ni siquiera el uso publicitario de Alexander Zhulin, ex-campeón de patinaje artístico sobre hielo, como coreógrafo oficial del evento fue realmente un aliciente a favor a la hora de analizar lo visto hasta ese momento. Mirando la trayectoria de Zhulin, uno no deja de preguntarse qué tiene de importante en una muestra tan básica de patinaje y qué aporta que no pudieran aportar otros grandes como Tara Kristen, Michelle Kwan o Todd Eldredge. ¿Quizás la extendida creencia de que en deportes de invierno los rusos son más eficaces?¿Quizás el toque exótico de la procedencia de la compañía de patinadores?

 
Pequeño puesto de helados de Ben&Jerry's oportunamente montado junto a gradas.

De la misma manera, nos preguntamos al momento qué nos ofrecerán otros espectáculos de más renombre y sonoridad como los conocidos Holiday on Ice, Disney on Ice o Stars on Ice. Shows de renombre que recorren las grandes pistas de todo el mundo desde hace ya algunas décadas. Estamos de acuerdo en que la experiencia hace mucho en estos montajes que he nombrado, pero si nos fijamos en el precio que se cobra por la entrada, tampoco deberían diferir tanto como, a mi parecer, sí difieren, haciendo parecer a Celebration on Ice una mera muestra de piruetas básicas y ejercicios de libro que se cobra cara y descarada.

 
El show en uno de los momentos musicales, esta vez con Abba y su Mamma Mia.
Decoran este post fotografías extraídas directamente del show en el pase de las 22:00h del día 7 de julio del 2010.

*****

Continuaré el análisis de Celebration on Ice en una segunda parte a través de una nueva entrada de Bloggercoaster.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Jivo, a mí leer tu review, pero sobre todo ver esa última foto, me lo dice TODO. Esa escenografía cutrona, ese vestuario de J.L. Moreno, esa proyección difusa... qué pena.

    Sigo diciéndolo: esa misma inversión económica, hecha con mejor idea, podría resultar atractiva. Pero como tú dices; ¿quién necesita escuchar una vez más en su vida éxitos tan requetetrilladísimos en un montaje tan paupérrimo?
    Yo propongo como nuevo nombre del evento algo así como "KissFM sobre hielo", que me parece más propio.

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  2. Esperemos que los nuevos espectáculos tengan una mayor aceptación y agraden al público porque es una de las razones para que muchas familias visiten el parque. De hecho el año pasado (2014) con el Cirque du Soleil la cosa ha ido mucho mejor :)

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