¡Aqui llega el quinto día!
Todo lo bueno llega a su fin y, pese a que este viaje ha sido bastante accidentado y ha generado una buena cantidad de anécdotas no siempre positivas, hay que decir que marcharse de Amsterdam o de Holanda siempre es un pesar. Siempre se nos queda la espinita clavada en el corazón sobre cosas que no habremos hecho, a las que no habremos asistido o de las que no habremos sido partícipes.
Aun así, el domingo era un día de tranquilidad y planteamiento del viaje de vuelta. Los parques ya estaban completos y yo debía abandonar la habitación no más tarde de las 11:00h. de la mañana.
Como soy bastante precavido, decidí hacerlo antes, a las 10. Último café de rigor en la habitación, contemplando la arboleda que se colaba por mi ventana y escuchando el repique de campanas de las diversas iglesias y catedrales de la ciudad. Entrega de llaves perfecta y ale, a las 10 y pico estaba en la calle con todo lo puesto.
Debía hacer tiempo, fuese como fuese, hasta llegar las 16:00 h, hora en la que debía partir hacia Schipol pues me esperaba el embarque de mi avión.
La noche anterior decidí hacer una visita al sur de la ciudad, donde se encuentra uno de los pocos rincones que todavía no he visitado: Vondel Park. Apenas había pasado por la puerta en otras visitas ya que cerca tenemos el museo Heineken o el Rijk Museum, pero nunca me había decidido a entrar (la entrada es gratuita).
Así que enfilé Prinsengracht (el canal que hacía esquina con la calle de mi hotel) en dirección al sur, pasando por Leidsegracht hasta llegar a la calle Nassaukade que bordea el canal Singelgracht, uno de los más grandes y anchos de la ciudad.
Lo bonito de pasear por todas las calles de esta zona un domingo por la mañana es que, como es festivo y todo el mundo descansa, hay mucha paz y tranquilidad, apenas alterada por algun ciclista o algun otro turista despistado, pero se ve todo con mucha más tranquilidad de la que ya tiene normalmente.
El parque Vondel Park
Vondel Park es un concepto de pulmón verde ideado en 1864 por un grupo de artistas de Amsterdam que decidió comprar las 47 hectareas que ocupa para poder construir uno de los parques verdes más bonitos y grandes de Europa.
Como ya he dicho, su entrada es gratuita y se puede acceder con bicicleta, patines o a pie, como fue mi caso. También pueden entrar las mascotas y en su interior se pueden practicar varios deportes (hay pistas de tenis, lagos para barcas y explanadas donde se facilita el juego del futbol). Todo esto facilita que Vondel Park se convierta en una especie de lugar de reunión de paseantes y deportistas al mismo tiempo, asi que no pararéis de ver gente haciendo footing o iendo en bicicleta, es una constante.
La estructura del parque es alargada, accediendo por la entrada tenemos un pasaje de unos 500 metros zigzagueante con árboles y cesped a ambos lados. Al final de este pasaje un puente por donde pasa una de las arterias de la ciudad y tras este puente se abre a nuestros sentidos por completo el parque, ramificándose en 2 grandes viales.
A la derecha si caminamos unos 200 metros encontraremos el Museo de Cine de Amsterdam, un edificio precioso que alberga joyas para los cinéfilos.
A la izquierda, un vial enorme que nos llevará hasta el final del parque serpenteando por jardines, arboledas y planícies verdes.
No os engaño si os digo que Vondel Park parece no tener fin nunca. En mi caso estuve casi 4 horas caminando sin repetir ningun sendero y sin parar... pude ver viales preciosos, auténticas obras de arte con árboles enormes de 40 y 50 metros de altura. Plantas de alegres colores se combinaban con árboles de todos los tipos que se iban mostrando a nuestro paso.
Entre los muchos viales que conforman la red de caminos y senderos del parque, podéis encontrar varios puntos de interés fotográfico (estatuas, rincones idílicos, monumentos) e incluso hay repartidos por el parque un par de "horecas" (centros de restauración tipo bar) para poder tomar algo a la sombra de los arboles y a la orilla de alguno de los lagos.
Para los más peques hay un montón de parques infantiles distribuidos por el interior del parque con estructuras con columpios y toboganes, aunque es recomendable alquilar algun tipo de bicicleta para ellos, pues ya os digo que la extensión del parque al ser alargada es de caminos muuuy largos, casi eternos.
Hacia Schipol, quedaba aventura
Era mediodía y me dispuse a salir de Vondel Park en dirección al centro turístico de la ciudad, para comer un poco, visitar el barrio rojo de día y luego emprender el pequeño viaje en tren hasta Schipol.
Durante ese tiempo pude visitar el famoso mercado de las flores de Amsterdam, situado en uno de los extremos del canal de Singel, a la altura de la plaza Muntplein. Allí pude realizar compras de última hora y ver la inmensa variedad floral que ofrecen a los visitantes.
Aunque lo más común son los clásicos tulipanes, también podéis aprovechar para comprar souvenirs de diferentes tipos a un precio bastante económico tales como zuecos de madera, plantitas, semillas de tulipán o figuritas típicas. A la vez también encontraréis gran variedad de objetos y plantas de decoración. ¡Cuidado! No carguéis la maleta demasiado porque estas tiendas son un auténtico vicio.
Cómo no, también aproveché mi paso en dirección a Centraal Station para fotografiar la fachada del Amsterdam Dungeon (aunque en esta ocasión no lo visité). Este año presentaba una nueva sala ambientada en la peste que azotó la ciudad durante un montón de años.
Al llegar sobre las 16:30 a Schipol fue donde tuve la "gran" aventura del viaje, un disgusto bastante feo y poco recomendable. El vuelo que yo tenía programado pillar salía a las 19:10h. y llegaba al aeropuerto de Girona sobre las 21:00h, donde había un autobús esperando para poder ir hasta Barcelona y llegar con tranquilidad sobre las 23:00 a mucho tardar.
Cuál fue la sorpresa cuando, por megafonía, anunciaron que el vuelo se retrasaba hasta las 12 de la noche! Hasta medianoche, sí, leeis bien.
Qué iba a hacer durante esas 6 horas que quedaban por delante? Los que hayáis estado en un aeropuerto sabeis que, pese a que ofrece muchos servicios y salas, al cabo de un rato acabas pillando una sensación de asfixia brutal... alimentada a la vez por el hecho de ver que desde las 22:00 los servicios y negocios iban cerrando y la gente iba cogiendo sus vuelos menos tu.
Por lo visto Transavia, nuestra compañía, había programado mal el vuelo, por lo que tanto nosotros como otro vuelo que había a Alicante, tendríamos que esperar hasta que se despejase el panorama aereo y poder despegar dirección a nuestras casas.
Pero lo más preocupante fue que al llegar a Girona no teníamos manera de volver a Barcelona, ya que a esas horas (2:30 de la madrugada) ya no hay autobuses fletados. Asi que imaginad el panorama al llegar al pequeñísimo aeropuerto y tener que plantearse o dormir alli hasta pillar el primer bus (a las 8 de la mañana) o pedir un taxi que te llevara hasta Barcelona ciudad, cobrándote un total de 150€.
Por suerte nos juntamos un grupito de 6 personas que pedimos un taxi de estos con 7 plazas (6+conductor) y nos desplazamos a Barcelona por 25€... dinero que, claro está, la compañía NO nos iba a devolver.
Asi que avisados quedáis, cuidado con Transavia porque PUEDE hacer cosas como esta y dejaros tirados un montón de horas por culpa de su incompetencia a la hora de programar vuelos.
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Concluyo ya con este episodio la narración "a diario" que se ha hecho del viaje, donde he podido encontrar de todo: parques, nuevas rides, nuevas emociones, gente agradable, lugares desconocidos, sorpresas agradables y desagradables. Pero sobretodo saco en conclusión el haber contribuido a encontrarme a mi mismo y a conocerme un poco más ya que Amsterdam es una ciudad que te permite reflexionar mucho en tus paseos o en tus visitas a sus rincones más escondidos.
Totalmente recomendadísima una visita, almenos una vez en la vida, para ver una ciudad cosmopolita, cultural y muy rica en historia. Y si os podéis escapar a alguno de los parques de alrededor... ¿qué mejor oportunidad?
¡Hasta mañana!