Con este objetivo, y documentándome en parques que han vivido sus mejores años en la ciudad en la que actualmente resido (Barcelona), voy a analizar tres parques que ofrecieron emociones, experiencias y espíritu de aventura a los habitantes de mi ciudad.
Como os he dicho, dividiré este reportaje en 3 partes, analizando hoy el primero de 3 parques que ya no tenemos entre nosotros, así que hoy, en Bloggercoaster, toca hablar de El Casino de la Rabassada.
FOTO: Fotosdebarcelona.com
Edificación faraónica con capital francés
Pese a que podamos pensar que la moda de los parques en España pertenece a la segunda mitad del siglo XX, nada más allá de la realidad ya que el parque que hoy nos ocupa empezó su relativamente corta vida a finales del siglo XIX.
Todo comienza un par de años antes de 1899, cuando la Sociedad Anónima La Rabassada adquiere y comienza a edificar en el territorio municipal de Sant Cugat, en los laterales de la Serra de Collserola, un lujoso y admirable hotel que permitiría a la adinerada sociedad de Barcelona disfrutar de unas vistas hasta el momento desconocidas. Cabe recordar que la urbanización de esta parte de la ciudad era reciente, pues hasta entonces no se había logrado llegar al límite natural de crecimiento que esta sierra ofrece a la ciudad.
Entre 1888 y 1989 se construyeron en la montaña varias lineas de ferrocarril funicular, edificios de culto religioso, observatorios y, en este caso, el hotel que dio el pistoletazo inicial a todo el complejo que años atrás ocuparía esta localización.
Como he dicho, en 1899 se inauguró el lujoso hotel, obra del arquitecto M. Lechavalier Chevignard, que ofrecía lujosas salas y salones para disfrutar de banquetes y amenizadas fiestas con orquesta, además de jardines amplios de paseo y varios puntos con vistas a la próspera ciudad y al mar.
Fue tan enorme el éxito del complejo hotelero que en 1909 la también adinerada sociedad francesa se fijó en él y decidió adquirir el recinto, pasando a constituir en 1910 La Rabassada Sociedad Anónima de Sports y Atracciones, con una gran mayoría de capital francés por un total de 1,5 millones de las pesetas de la época.
La sociedad que adquirió el hotel no tenía como objetivo la única explotación del mismo sino que, viendo el enorme potencial turístico y económico tanto del emplazamiento como de la efervescente sociedad barcelonesa, planificaron una expansión arquitectónica y de servicios más allá del simple objetivo de alojamiento. Primero, a finales de 1910, se inauguró el restaurante que acompañaría la oferta del hotel y que ofrecía banquetes y comida creada de manos exclusivas de exquisitos cheffs franceses, amenizaba la estancia y comida la Orquesta Tziganes y se daba la posibilidad de pasear por ostentosos jardines poblados con las más raras plantas procedentes de múltiples rincones del mundo. Las obras, por entonces, continuaban su marcha.
El Casino, epicentro del complejo lúdico
El siguiente ítem que se concluyó y se inauguró en 1911 fue el Casino, de proporciones y urbanización faraónica, planificado y construido según las directrices del arquitecto Andreu Audet i Puig, con un presupuesto total de unos 2,5 millones de pesetas de la época. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que otras edificaciones emblemáticas de la ciudad como el Arc del Triomf o el museo de zoología costaron un presupuesto 10 y 20 veces inferior, por lo que es comprensible que, por entonces, esta obra significó una inversión enorme que, por desgracia, nunca llegó a ser rentable ni a recuperarse.
El 15 de julio de 1911, apenas dos años después de que los inversores franceses se interesaran por el proyecto inicial, se inauguraba el Gran Casino de la Rabassada, un gran complejo que ese día acogió un gran banquete inaugural para 300 comensales, junto con la apertura de todos los ingredientes lúdicos del complejo.
La distribución de las edificaciones básicamente se apilaba en 3 niveles de altura. A nivel de la carretera de acceso encontrábamos la portalada de acceso al recinto, flanqueada por enormes muros decorados minuciosamente. A la derecha accedíamos al salón-concierto y al restaurante anteriormente mencionados, que ya estaba construidos antes de la gran inversión francesa. A la izquierda encontrábamos el enorme Casino, compuesto de dos salas de juego y varias salas y habitaciones de servicios, cobros, personal, etc. en la parte final, con vistas al enorme paisaje, se encontraba un mirador y una terraza, que constituyen algunas de las estructuras que todavía hoy en día permanecen, débilmente, en pie.
Bajando unas amplias y lujosas escalinatas íbamos a parar directamente al segundo nivel de edificación, compuesto por un enorme comedor, salas proporcionadas y destinadas para el uso de los visitantes extranjeros (gran parte del público asistente) e incluso un bar y un restaurante destinado únicamente a los visitantes de fuera del país. Finalizaba el contingente de edificios un enorme music-hall cuyo destino era el de acoger conciertos de renombradas orquestas y cantantes de la época y un teatro-auditorio con capacidad para 200 personas.
Finalmente, en el tercer nivel (subterráneo) encontrábamos bodegas, habitaciones de servicio y una gran sala de billar.
El parque de atracciones, toda una revolución
Llegamos al punto más interesante para nosotros, los lectores de Bloggercoaster, el parque de atracciones. Cabe tener en cuenta que, por entonces, la imagen de una coaster o una atracción mecánica era totalmente impensable y, por lo tanto, la expectación entorno a la inauguración de esta parte del recinto era máxima, ya que sólo se podía encontrar por entonces algo similar en grandes capitales mundiales como Londres, Nueva York o París. Dicho sea de paso, como demuestra la nomenclatura de las diferentes atracciones y rides mecánicas, el modelo que se quiso implementar fue, claramente, el extranjero, añadiendo rides ya conocidas en las ciudades que antes he mencionado.
En total existían las rides de Cake Walk Building, Water-Chute (splash), Palais du Rire (sala de espejos), Féu de Boules (sala de bolos), Scenic Railway (coaster), Lawn Tenis, Croquet, Maison Hantée (dark-ride de terror), Carroussels y atracción de tiro con flecha y con fusil.
Sin duda, las dos grandes atracciones, de las que todavía hoy en día podemos encontrar leves indicios de su existencia, fueron Scenic Railway y Water-Chute.
De la primera podemos decir que se trataba de una híbrida de madera y hierro que medía en total más de dos kilómetros de largo, con pendientes de hasta 25 metros de desnivel (lo cual hoy en día ya es de por sí un drop bastante significativo), incluía en el recorrido varios big drops, curvas sin peralte y paso por un total de cuatro túneles de hasta 50 metros de largo (hoy en día se conservan 3, uno de ellos tapiado y los otros dos con entrada y salida). Se usaron más adelante como elemento de transfer (rudimentario para la época, claro) y como almacenes más adelante, cuando Scenic Railway ya no estaba en función y se desmanteló.
Los trenes de Scenic Railway, reconocibles por fotografías de la época, muestran trenes de 2 asientos por fila (aunque no parecen definidos, por lo que es posible que cupiesen tres personas por fila), 2 filas por tren con lapbars de lado a lado (no individuales) y sin ejes, esto es de una sola pieza (por lo que hace pensar que las curvas serían algo duras en su definición).
Sobre Water-Chute, cabe decir que el concepto en sí de esta ride es algo parecido al splash o big splash que tenemos hoy en día, con un pequeño recorrido de ida y vuelta por canal metálico y un drop central de 65 metros de largo con una pendiente de un 20% (obviamente, no hablamos de un Pilgrim's Plunge). El splash final se realizaba en un lago artificial del cual todavía a día de hoy se conserva gran parte de la estructura, de 77x20 metros de largo y ancho, respectivamente.
Se desconocen realmente las velocidades y características de los trenes, pero todo hace pensar que se tratarían de barcas de 2 o 3 filas con una capacidad similar a la de Scenic Railway. Tras el splash los trenes enfilaban un lift paralelo al drop que los conducía de nuevo a estación, por lo que todo hace pensar que el sistema únicamente soportaba una o dos barcazas.
El transporte, otro gran reto
Lo cierto es que el acceso al Casino de la Rabassada no era, digamos, nada fácil. Incluso me atrevo a decir que hoy en día tampoco sería un camino de rosas. Primero porque debemos salvar una altura considerable (a más de 300 metros sobre el nivel del cercano mar) y segundo porque, por entonces, no existían carreteras, lineas de tren y el coche no significaba un medio de transporte popular todavía, por lo que era un privilegio poder acceder en un automóvil al recinto.
Para poder acceder al complejo se disponía de dos opciones básicas: tranvía, automóviles facilitados por el mismo Casino, tartanas y ómnibus.
El acceso con tranvía se hacía, inicialmente, desde una estación llamada Craywinckel, que conectaba un sinuoso y desnivelado recorrido de casi 8 kilómetros y que, por entonces, se completaba en algo más de media hora. Durante los primeros años se utilizaron 4 tranvías traídos expresamente desde Marsella que, con el desgaste por la pendiente y el uso, pronto quedaron inservibles, por lo que hubo que utilizar otros coches de alquiler que sufrieron similar suerte. Finalmente para 1924 se construyeron cuatro trenes basados en un prototipo francés que, pese a que dieron el resultado óptimo, poco sirvieron ya para el propósito inicial del transporte de pago. La muerte de esta linea llego en 1938, tras la adquisición de la misma por parte de Tranvías de Barcelona Colectivizados (empresa que la explotó durante la Guerra Civil española).
Como he dicho, el propio recinto de ocio también facilitaba un exclusivo servicio de acceso desde la céntrica Plaça Catalunya que conectaba, usando automóviles de lujo y de reciente factura por entonces, con la falda de la sierra que contenía el complejo del Casino. Obviamente, esta opción quedaba reservada únicamente a gente extremadamente adinerada, aunque el éxito del Casino se observa cuando contemplamos que, pese a lo caro del servicio, su regularidad era de un coche cada media hora con salida desde el inicio del actual Portal de l'Àngel.
Decadencia y muerte
El principal problema con el que se encontró el Casino, desde sus inicios prácticamente, fue la legislación del momento que, bajo duras penas y un ambiente de represión extremo, hizo que el principal motor económico del complejo nunca acabara de arrancar realmente.
Justo un año después de su inauguración, en 1912, el juego y el beneficio económico derivado del mismo estuvieron totalmente prohibidos, haciendo como es natural que todo el público potencial del recinto (sobretodo visitantes extranjeros adinerados) dejaran de tener un interés natural por el complejo y decidieran ordenar sus vacaciones o viajes de fortuna a otros países o destinos.
Se arrendaron las instalaciones a Joan Meunier i Monin, que se encargó de la gestión del recinto en las dos décadas posteriores en las que su vida fue útil. Desde 1913 hasta 1919 Meunier fue, progresivamente, adquiriendo parte del total capital del complejo hasta que en 1920 ya fue considerado propietario total. Transformó el entorno y el enfoque del negocio, variando a un tipo de público más accesible y masivo que, a la vez, dejó un flujo de dinero más regular y tangible. Aunque las leyes de 1912 de prohibición del juego fueron diluyéndose y permitiendo reabrir el Casino y reanimar la economía derivada del mismo (atrayendo de nuevo a acaudaladas personalidades de toda Europa) de nuevo en 1928, ya bajo el gobierno de Primo de Rivera, se prohibió totalmente el juego y la actividad entorno al mismo.
Pese a que en 1929 y gracias a la celebración de la segunda Exposición Universal la promoción del lugar se hizo más intensa y parecía que podía repuntar derivándose a parque de atracciones y de ocio, el cierre del Casino y posteriormente del restaurante fue en 1934, dejando toda posibilidad de renacimiento o resurrección bajo llave, pues la Guerra Civil española acabó por derribar cualquier plan estratégico de recuperación económica del complejo.
En los años posteriores al cierre del Casino, se utilizó el recinto como cuartel de carabineros, sin conservación alguna de los edificios y sufriendo un desgaste y deterioro impropio de su naturaleza.
Finalmente en la década de los 40 se ordenó el derribo parcial de la estructura, haciendo imposible ya sí cualquier actividad económica derivada del mismo. Se fundieron y reutilizaron las barandillas, marcos de puertas y ventanas, decoración y mobiliario. Prácticamente se vendió o trasladó todo lo que quedaba tras el pillaje natural que los soldados realizaron en la estructura y, finalmente, se derribaron muros, edificios, techos y demás para que, años más tarde, la naturaleza acabara definitivamente por apoderarse de todo el entorno, tal como hoy se nos muestra si hacemos una visita al lugar.
¡ACTUALIZADO!
Gracias a Isaac Payán he intentado encontrar testimonios gráficos de la existencia del Casino de la Rabassada y, sorprendéntemente, vía Youtube he encontrado un video donde podemos ver la coaster Scenic Railway en plena acción, así como la Water-Chute. Os lo pongo aquí para que veáis el funcionamiento de ambas. Por lo visto la Water-Chute funcionaba de manera parecida a los trampolines, mediante una trampilla que inclinaba la barcaza y la hacía descender por el drop. Merece la pena visionar estos fragmentos de video:
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La verdad, un triste final para el Casino de la Rabassada, un complejo turístico y económico que, de no sufrir las consecuencias de un gobierno inestable como el de la época, hoy en día podría tratarse de un rincón de paz, lujo y, quién sabe, un parque de atracciones digno de enmarcar como se trata del todavía vivo Tibidabo.
Tanto Scenic Railway como Water-Chute prometían mucho en la época y estoy seguro que a día de hoy serían unas entrañables reliquias, muy al estilo de las coasters que todavía se sostienen y funcionan en otros tantos parques alrededor del mundo. Es una pena que el progreso destructivo, la economía y la política acabase con este prometedor complejo.
Como os he dicho, la próxima entrega (próxima en cuanto a tiempo, que no será la siguiente) tratará sobre otro parque que la ciudad tuvo durante también un periodo de años y que, también por desgracia, desapareció hace ya muchas décadas... así que ¡permaneced atentos al blog porque este repaso histórico no ha hecho más que empezar!
Con esta entrada te has superado realmente, Jivo! Desconocía la existencia de dicho casino, y es muy triste el destino que tuvo. Excelente :)
ResponderEliminarIncreible post Jivo, mi mas sincera enhorabuena, lo he disfrutado muchisimo, y el video final me parece increible!
ResponderEliminarRealmente impresionante! el video me ha puesto la piel de gallina! :D ENHORABUENA JIVO!
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante esta entrada, desconocía x completo la existencia de este parque y que en aquellas épocas ya existieran las atracciones de agua.
ResponderEliminarImagino que algún día veremos x aquí una entrada dedicada al Monte Igueldo, no?
Dios, había oido algo de esto, en plan leyenda urbana, y de hecho creo que he visto mas de una vez la fachada que queda en la carretera, pero jamás me habría imaginado que se tratara de algo tan grande, y que tuviera esa señora coaster ahí!, creo que le echaré una visita un dia de estos!. Además, es curioso que nno se hable de ello, cuando al parecer convivió con Tibidabo, muy curiosos y extraño, la verdad.
ResponderEliminarMe quito el sombrero Jivo!
¡Insuperable Jivo! Menudo trabajo de investigación que has hecho con este post. ¡¡Ánimo y enhorabuena!!
ResponderEliminarMe ha encantado, Jivo. Había visto algo de este parque por un vídeo que se posteó, pero nada de la historia del complejo. Esperando más entregas !!!
ResponderEliminarHe de decir que hace bastantes años estuve dos veces en las ruinas del Casino. Para empezar, el lugar es de muy difícil acceso, puesto que ha sido totalmente "engullido" por el bosque. Quedan pocas cosas en pie. Una de ellas es el arco que se ve en la cuarta fotografía, pero la cara del ángel que sujeta el balcón está erosionada por el tiempo y es terrorífico. Queda también un edificio subterráneo rectangular muy grande. No sé qué sería antiguamente, pero no tenía iluminación del exterior. ¿Quizás un almacén? También atravesamos uno de los túneles. De los otros dos, ni rastro. Y vimos el gran balcón del Casino, pero no encontramos manera de acceder, quizás la escalera ya ni existe. Nada más. Os aconsejaría que no fuerais, ya que es un lugar extremadamente peligroso. Delante del arco, por ejemplo, hay un agujero de alcantarillado al descubierto muy profundo. La escalerilla está tan erosionada que si alguien cayera, no podría salir por sus propios medios. Pero lo que más miedo nos dio es que en el túnel habían colchones y botellas de cerveza a medio beber. Si os surge el espíritu aventurero, como fue mi caso a los 16 años, extremad la precaución, pero para las cuatro piedras que quedan, no vale la pena arriesgarse a un accidente.
ResponderEliminarPor supuesto, desde Bloggercoaster aconsejo realizar visitas siempre con la seguridad al máximo y nunca antes sin recibir consejo de expertos en el terreno ya que, como bien indica Kim, el lugar contiene hoyos y desniveles que pueden convertirse en un peligro si no se sabe por dónde se va. Por cierto, respecto al edificio rectangular que comentas, tengo entendido que es la bodega de la que hablo en la entrada ;)
ResponderEliminar¡Una bodega! Pues puede ser, porque la puerta era de madera, cubierta por una especie de malla metálica. No es muy "glamuroso", ¿verdad? ¡Gracias por la aclaración, por fin he salido de dudas!
ResponderEliminarUn saludo.
Encontrareis mucha más inforamción en www.fotosdebarcelona.com/docs/CasinoRabassada-ESP.pdf. Incluso hay fotografías comparativas para ver cómo se ha deteriorado todo.
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