sábado, 18 de febrero de 2012

Jardin d'Acclimatation (París)

Cuando uno comienza en esto de las visitas a parques y los deseos de riddear absolutamente todo lo riddeable, el catálogo de ofertas y posibilidades es prácticamente infinito y la cantidad de grandes parques y recintos repletos de coasters jugosas se convierte en un reto constante con montón de ítems que cumplir y marcar.

Conforme la cantidad de parques va aumentando y los "grandes" se van completando, se empieza a tener interés por los menores, los que quizás contengan dos, tres o cuatro credits pero una buena variedad de experiencias, rides o rincones por los que pasear o sacar buenas fotos. Cada vez de menor tamaño, cada vez más recónditos, pero a la vez cada vez menos descubiertos por webs especializadas del sector ya que, sea por lo que sea, no atraen la atención suficiente sobre los entusiastas de las coasters.

Hoy, en Bloggercoaster, ponemos toda la atención en Jardin d'Acclimatation, uno de estos pequeños parques, una de estas diminutas joyas escondidas que, pese a su localización próxima a la ciudad del amor, Disneyland Park París y Parc Asterix, pasa bastante desapercibido para cualquier visitante de la capital francesa, pero no a los ojos de un creditwhore como servidor.


Un perfecto parque rural... en mitad de París



Y es que visitar Jardin d'Acclimatation podría equipararse perfectamente a hacer una ruta silvestre por la montaña equipado con una gran mochila y decenas de pequeños botecitos de cristal. A medida que vas visitándolo vas guardando en esos frascos pequeños detalles, pequeñas minucias exquisitas, aportes paisajísticos de la más delicada finura y un encanto en general que impregna absolutamente cada rincón del parque.

Pero dejemos la poética que emana del lugar para analizar, en una mayoría de elementos, lo que nos podemos encontrar al visitar este parque. Tened en cuenta eso sí el hecho de que mi visita fue en quizás la época menos propicia del año (invierno) y las bajas temperaturas, la nieve y el frío extremo hicieron de mi visita un mero paseo más que un día intenso de rides y coasters.


El parque Jardin d'Acclimatation, como su nombre en francés indica, fue concebido en sus inicios como un gran recinto de jardinería, bosques, huertos y rincones bucólicos que facilitasen los largos y alegres paseos de la clase alta francesa a finales del siglo XIX, justo antes de la explosión industrial que llenaría las principales capitales europeas de la nueva clase llamada burguesía. El amor por lo exótico y colonial impregnó el diseño inicial del parque que añadió como gran atractivo pinceladas de toque oriental en forma de densos jardines japoneses o estanques de inspiración china. Con los años (y más hacia mediados del siglo XX) el parque tuvo que competir con otra moda: la proliferación de los parques de atracciones inspirados en el modélico Luna Park de Conney Island (New York).

El visitante medio rebajaba mucho su adquisición económica y el parque necesitaba aumentar el atractivo respecto al resto de jardines que ya poblaban la ciudad por entonces con enormes monumentos parisinos. Así pues, a finales del siglo, el parque creó un pequeño ejército de rides y credits, casetas de juego, elementos arquitectónicos y servicios, dotándolo de la equipación necesaria para convertirlo en una perfecta mezcla entre jardín botánico, zoológico y parque de atracciones.

En pleno siglo XXI Jardin d'Acclimatation se presenta como una rara avis, fruto de la tradición de los recintos de prestigio y clásicos paseos. Un hijo bastardo, podríamos decir, de Tibidabo (Barcelona), LePal (Francia), Tripsdrill (Alemania) y cualquier zoo municipal que tengáis en mente ahora mismo.

Rides menores, paisaje boscoso

La entrada de Jardin d'Acclimatation es, cuanto menos, pintoresca. Lo primero que encontraremos antes de pasar por los tornos de rigor es una doble hilera de bustos realizados en resina de vistosos y fosforitos colores:


Tras 20 metros de mero paseo nos encontraremos con una hilera de casetas de madera dispuestas a modo de tornos de admisión, donde previo pago del ticket de entrada (2,90€) tendremos libre acceso al recinto, aunque luego deberemos pagar un precio por cada ride o credit que queramos montar. El sistema es algo parecido al que ya se maneja en parques como PPS Park (Platja d'Aro) o Blackpool Pleasure Beach (Inglaterra).

El primer elemento temático que nos encontraremos ya nos indica la naturaleza amante de lo oriental y es una fiel reproducción de una casa rural japonesa llamada Maison de Kiso, con el añadido de que podemos acceder a su interior y hacernos una leve idea de cuán difícil podía ser vivir en semejantes edificios siglos atrás.


A nuestra derecha (en el sentido de la visita) encontraremos la Gare du Petit Train, una coqueta estación de tren eléctrico donde mueren las vías que, aunque básica en nuestra visita al parque, prefiero guardármela para explicárosla en una futura entrada sobre cómo llegar a Jardin d'Acclimatation.

Caminando por un sinuoso vial totalmente asfaltado iremos a parar con la Rivière Enchantée, que vendría a ser una ride de paseo acuática basada en canales sinuosos plagados de animatronics en forma de animales salvajes como hipopótamos, elefantes o leones. Como es lógico y teniendo en cuenta que estábamos a -8 grados durante todo el día, esta ride permanecía cerrada al público:


En este punto el vial se bifurca en dos amplios caminos asfaltados, por lo que yo decidí seguir el que parecía más rico en cantidad de elementos: hacia la derecha. Pasamos una pequeña elevación de tierra que contiene, tras una densa arboleda, el Théatre (una suerte de cine/auditorio donde en temporada se ofrece espectáculos y proyecciones en 3D).

Acto seguido nos topamos con el primer edificio destinado a la restauración y de obligatoria parada si lo que os gustan son los espumosos y calientes cafés franceses, el Café du Village:


Justo enfrente de este tradicional edificio (en algunos carteles indicadores se comenta que este edificio es de los más antiguos del parque) encontramos una fabulosa terraza donde poder disfrutar, en tiempos más cálidos, de nuestros aperitivos y refrescos rodeados de refrescante naturaleza:


También junto a este edificio encontramos una especie de pagoda moderna, un edificio hexagonal con aperturas en todas sus caras que aparentemente está diseñado para ser una especie de snack/bar y que permaneció gran parte del día abierto con la posibilidad de pedir en él una dulce y suculenta crêpe francesa, otro de tantos clásicos aperitivos parisinos.


En este punto es donde empiezan a proliferar ya las pequeñas rides que forman un resultón conjunto llamado Village des Manèges y podríamos rebautizar perfectamente como área kiddie. Antes de empezar a ver fotografías de las rides que pueblan el lugar, vale la pena indicar que en todo momento el parque nos facilita pequeñas cabañas o tenderetes fijos donde podemos adquirir tickets para poder riddear, así como cajeros para poder tener dinero en metálico sin problema:


Junto a esta caseta/cajero nos topamos con una de las pocas tiendas del parque, un edificio tosco y muy cerrado, totalmente acristalado y repleto de souvenirs de la capital o clásicos de franquicias de parques como Bob Esponja, Dora la Exploradora y toda la parafernalia consiguiente:


Frente a esta entrada a la kiddie land, nos topamos con la primera ride familiar, el clásico tiovivo que esta vez sorprende por su arriesgada y diferente tematización, inspirada en la mitología de la Grecia antigua y con cierto toque de buen gusto decorativo que lo convierte en un perfecto reclamo para las familias con niños:


Encontramos también en las inmediaciones del lugar la clásica rocket ride de cohetes que permiten controlar la elevación de la góndola:


Una antiestética spin-ride infantil con cantidad ingente de licencias comerciales usadas:


Una pequeña rareza en forma de circuito cerrado y tren powered con el frontal de una wacky-worm y un theming bastante perturbador y psicodélico:


O, ya en un alarde de buen gusto y exquisitez temática, una flat clásica de los parques, una spin-ride más adulta y repleta de theming oriental que, si no voy mal encaminado (las rides no son lo mío) probablemente se trate de un aporte de Mack Rides y sus clásicas spin-boats:


En el perímetro del parque se distribuyen una decena de casetas de tiros y habilidades con bastantes rarezas e irregularidades en la decoración. Podemos encontrar desde el clásico de tirar bolas y competir en una carrera de camellos (¿?) a el más clásico todavía de tres payasos con la boca abierta y tener que meter, en distancia, una pomposa bola de trapo.


En este lugar fue donde encontré una gran joya para los entusiastas de las coasters... aunque me reservo el misterio para otra futura entrada en Bloggercoaster. Ya veis que la visita a Jardin d'Acclimatation no fue en vano.

Los dos primeros credits

Otro aliciente que tiene este parque botánico/de atracciones es el hecho de contener 3 credits que, por su naturaleza, son bastante apreciados en cuanto a rareza se refiere. En este punto casi intermedio del parque encontramos, a muy poca distancia, una carismática coaster de Soquet (la empresa francesa que construye coasters de una manera un tanto peculiar ya que las construye, íntegramente, sobre el terreno) y una simpática wild mouse de Reverchon, otra empresa bastante desconocidas en nuestras tierras pero de enorme fama en la zona de centro-Europa.

El primer credit, situado entre todas las rides infantiles y familiares de esta Village des Manèges, es Tacot Express.


Con un theming bastante perturbador, a medio camino entre el cartoon de los Looney Tunes y un monje huidizo (¿?) este verdísimo credit alegra la vista no quizás por la majestuosidad de su estructura (no mucho más alta de 4 o 5 metros), sino por la originalidad y compresión de su layout, retorcido y repleto de elementos bastante visuales.


Repito que no pude riddear este credit, como el resto, pero con un sólo vistazo uno ya se da cuenta de que esta powered de Soquet tiene un encanto escondido en el equilibrio de su velocidad que la debe hacer intensa debido a sus altibajos y cambios de peralte, suave debido a sus amplias curvas peraltadas y muy divertida principalmente por la inclusión de un pequeño túnel en su parte más posterior que promete un airtime de los que te dejan sin respiración.


Con el añadido del elemento acuático en los meses de mejor bonanza climatológica, tenemos un credit que si bien no es para nada vertiginoso o impresionante, puede resultar una muy buena experiencia justa para saborear la originalidad de esta constructora francesa de la cual, personalmente, me considero absoluto fanático desde que pude probar Azteka en LePal, en el verano del pasado año.

Sin apenas movernos más de 100 metros, cruzando la estrechez del parque en este punto y atravesando pequeñas colinas de césped y arbustos decorativos nos encontramos con el otro credit mencionado, la wild mouse de Reverchón Les Papillons d'Alice:


Ocupando una extensión bastante amplia de terreno, esta singular wildmouse rompe con todos los esquemas de sus predecesoras, extendiéndose a lo ancho y largo del terreno y abandonando con el convencionalismo de que todas las wild mouse son compactas y con un layout parco en terreno.

En este caso, y tras elevarse a una considerable altura, los trenes completan un recorrido repleto de curvas cerradas, pequeños mini-drops y partes del layout que muestran signos de contener buenos puntos de choque.


Si a todo esto sumamos el hecho de que sus trenes son evidentemente los de una spinning de Reverchon, tenemos como resultado una coaster discreta en cuanto a intensidad o velocidad pero que hace las delicias de aquellos que valoran tanto el mareo como la sensación de libertad y choque sorpresa.

En este punto nos topamos con uno de los elementos más vistosos desde la lejanía en el parque, una enorme torre cilíndrica de unos 20 metros de altura que lejos de pertenecer a una antigua fortaleza o castillo (lo cual podemos deducir de una de sus enladrilladas mitades), es en realidad un altísimo aviario enjaulado donde podemos encontrar multitud de especies autóctonas que anidan en el interior de la parte cubierta o entre las vigas distribuidas en este enorme tronco de piedra.


Junto a esta enorme estructura encontramos otra de las clásicas rides que no podía faltar: las sillas voladoras o Diávolo, quizás con una falta evidente de theming pero con la ventaja de que se encuentra cerca de elementos paisajísticos que resaltan mucho su fotogenia:


La belleza del jardín oriental

Avanzando de nuevo unos 50 metros y siempre bordeando grandes extensiones de césped o matorrales repletos de nieve virgen, encontramos el que para mi es uno de los grandes tesoros de este parque: Le Jardin de Seóul.


Generosa aportación del gobierno coreano en esta pasada década, se trata de un auténtico y coqueto jardín de inspiración oriental repleto de arbustos cortados con perfiles exóticos, pequeños riachuelos jugueteando entre complejas estructuras de roca con verde musgo, muretes rematados en hileras de brillante porcelana traída especialmente de tierras coreanas o románticos puentes de madera rojiza que culminan amplios estanques donde, con mejor temperatura, lucen nenúfares, bambú y cisnes negros en perfecta harmonía paisajística.


Lamentablemente y como podéis ver en la imagen, justo mi visita coincidió con la decisión del parque de restaurar esta zona del recinto, por lo que las fotografías que pude sacar fueron todas desde la parte exterior y, aún así, bellas y ejemplares a mi parecer. Me quedé con las ganas de acceder a este bucólico jardín.


Tras recorrer la basta extensión de alguno de los pasajes rodeados de árboles que encontramos en esta zona central del parque, iniciamos ya el recorrido hacia una parte algo más zoológica y rural, menos cargada de rides y edificios pero más poblada por animales de distintas especies que permiten su cría en recintos como los de Jardin d'Acclimatation, incluso en plena época invernal, como era el caso.


Siguiendo el sendero cercano a la zona kiddie que analicé anteriormente, nos topamos con una amplia zona poblada por enormes jaulas cuadradas y una zona ajardinada con la estatua de Louis Jean-Marie Daubenton, naturalista y simpatizante de la Sociedad Imperial Zoológica de Aclimatación, la principal impulsora junto a Napoleón III a la hora de hacer realidad el Jardin d'Acclimatation.


En estas jaulas podemos encontrar una rica variedad de aves exóticas tales como loros, papagayos, cotorras o faisanes, todo ello envueltos de repletas jardineras que en verano, probablemente, llenen de multicolor esta zona de paseo.

Habiendo pasado ya esta zona encontramos uno de los rincones más nuevos del parque, con casi total seguridad me atrevería a decir que es quizás la última adquisición del recinto en cuestión de novedades. Se trata de Aventures Forestières, que no viene a ser más que el clásico castillo de madera con pistas americanas para que los más pequeños se pierdan recorriendo sus más variados caminos. Lo más loable en este caso es que el parque deja atrás el clásico elemento de metal o plástico con base de caucho para llenar la zona de elementos más naturales, más orgánicos a base de maderas, cuerdas y troncos tallados:


Contiguo a este pequeño rincón rodeado de cipreses encontramos ya los primeros recintos cerrados con animales (algunos salvajes como varios osos pardos y otros domésticos como una simpática variedad de burros, cabras y llamas).

Encontramos también en esta parte del límite del parque una especie de escenario silvestre delimitado por roca artificial y cuyo hueco interior contiene numerosas hileras de pequeños y estrechos huertos que, me imagino, en primavera y verano se ven desbordados de jugosas y frescas frutas típicas de la región francesa.


Llegando a la esquina que delimita el parque con la plaza Neully, donde también podemos encontrar un acceso mediante tornos al parque, aunque algo más olvidado y recóndito, encontramos varios recintos con una rica variedad de animales bastante cercanos al visitante, hasta llegar a puntos donde podemos, directamente, tocar al animal siempre y cuando no lo lastimemos.

No he querido llenar este reportaje de fotografías de animales ya que, en realidad, Bloggercoaster no se dedica a la zoología o a los recintos que la comprenden, pero os dejo una muestra de los bellos paisajes que ofrecían estos rincones nevados, como es el caso de esta choza de madera con conejos en su interior:


O esta curiosa extensión de terreno delimitada por un muro de piedra y un plácido río (congelado) con grandes vacas lecheras en su interior:


La "major" del parque

Pese a que en extensión e intensidad no tiene absolutamente nada que envidiar a los otros dos credits, Dragon es, sin duda, la coaster más querida, respetada y cuidada por el parque. Se nota en su theming, en su emplazamiento o incluso en el hecho de que es la única que aparece indicada en el mapa que el parque te facilita al acceder:


De nuevo nos encontramos ante un credit de la francesa Soquet, aunque esta vez impulsada por la velocidad que le proporcionan unas enormes ruedas de fricción situadas estratégicamente en el layout, creando la bonita ilusión de que el tren de la coaster se mueve sin apenas ayuda de ningún mecanismo.

Y otra vez más lamento no haberla podido riddear sin piedad, pero como ya es sabido la temperatura y la congelación del ambiente hacían imposible su puesta en marcha de cara a un público más bien ridículo (no calculé nunca más de 10 o 15 visitantes en todo el parque).


El layout, como en todas las Soquet, es completamente nuevo y original, presentando una serie de curvas, camels y pequeños drops que hacen que el tren adquiera en algunos puntos cierta inclinación en el peralte para poder sortear, lo más suavemente posible, los desniveles que presenta el terreno, repleto de pequeños jardines Zen, bosques de sauces llorones, cascadas con riachuelos helados o, como en la zona principal de la coaster, un lago artificial junto a la estación de carga.

El tren, tematizado en un desafiante dragón, presenta una longitud considerable que probablemente frene la velocidad de la coaster, pero ofrezca buenos momentos de aceleración inesperada en varios tramos del layout. Los puntos de choque, de nuevo y como en todas las coasters de poca altura, se convierten en válidos desafíos en forma de soportes de un color rojo chillón que contrasta enormemente con el verde de los raíles.

Apuntes finales

vuelvo a decir que me dejo en el camino un sinfín de fotografías de bonitos y blancos paisajes, enormes extensiones de terreno con desafiantes arboledas y jardines minuciosamente cuidados ocupados por numerosas especies de animales.

Sin lugar a dudas Jardin d'Acclimatation, por su precio, su situación y su cuidado, merecen convertirse en un punto obligatorio de visita si pasas por la capital francesa ya sea en forma de escapada o de estancia más apaisada. No te llevará mucho más de 2 o 3 horas recorrer todo el parque de punta a punta parándote en todos sus principales rincones, aunque si lo que quieres es disfrutar de sus terrazas con un buen café, observar los tímidos animales salvajes, perderte por sus pequeños y ocultos senderos empedrados o riddear absolutamente todas sus rides probablemente te vaya mejor tomarte todo el día entero y, dado el caso, siempre tienes cerca la parada de metro de Sablons que en pocos minutos te deja cerca del Arc de Triomf o de la icónica Torre Eiffel (visible desde muchos puntos del parque).


La auto-foto de rigor en otra de las rides del parque, los espejos deformadores.

Jardin d'Acclimatation es un parque familiar, válido también para parejitas románticas o incluso para amantes del paisajismo y la zoología, plenamente disfrutable durante todo el año aunque, debido a la naturaleza de su tipología, es recomendable visitarlo en los meses primaverales o estivales.

No os preocupéis por los caros precios parisinos. El precio de los tickets para rides oscilan entre 1 y 3 euros y, como ya os he indicado más arriba, la entrada al parque os costará tan sólo 2,90€, lo que lo convierte en una opción totalmente válida incluso si pensáis visitar la capital con muy poco dinero en el bolsillo.

¿Algún consejo más? Calzado cómodo, probar una de sus deliciosas crêpes en el Café de Village y perderse dentro de sus numerosos jardines temáticos.

*****

Hace bien poco debatía junto a uno de mis mejores amigos sobre el motivo por el que realizo, una o varias veces al año, micro-viajes de este tipo como el que hice hace apenas una semana a París yendo y viniendo el mismo día desde Barcelona. Auténticas palizas físicas y mentales.

Quizás el motivo no sea riddear las coasters de una manera enfermiza como puede parecer en primera instancia, más aún a sabiendas de que el clima no me permitiría explorar más allá de lo explorable caminando sobre nieve. Quizás el motivo real de este tipo de escapadas sea el de encontrar estas joyas ocultas, estos diamantes por pulir.

Todos los países tienen tesoros como Jardin d'Acclimatation. Quizás uno de los motivos de ser un amante de los parques temáticos y de atracciones sea, precisamente, el de convertirse en explorador y encontrar, dispersos, todos y cada uno de estos tesoros.

Y tú, ¿eres un explorador o exploradora de parques?

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho la entrada. El parque, aunque pequeño, parece muy encantador y su jardín oriental me ha enamorado. Así que supongo que la proxima vez que baje a París, caerá un paseo por el "Jardin". Lo que más me ha llamado la atención y me ha sacado una sonrisa son los bustos de la entrada, parecen de gominola! :D

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