Primero dimos un rápido repaso a las novedades generales del parque así como alguna otra sorpresa, sobretodo alrededor del área temática de China que ve este 2012 su expansión y crecimiento en cuanto a relevancia respecto al resto de áreas. Posteriormente analizamos con lupa cada uno de los elementos que presenta Shambhala, la que ya es desde hace tiempo la gran baza con la que juega el parque esta temporada.
Hoy, en Bloggercoaster, repasamos el tercer punto que el parque nos ofrece como novedad y que, más adelante, veremos que ofrece cierta polémica sobretodo por la poca continuidad que ofrece respecto a la brillantez de shows ofrecidos por el parque años atrás. Hoy toca hablar de los nuevos espectáculos del parque para este año 2012.
Los puntos sobre las íes
Como algunos de vosotros y vosotras pudisteis comprobar, la pasada semana visité el parque cámara en mano con la intención de asistir al mayor número posible de shows en PortAventura siempre y cuando los horarios o condiciones de acceso me lo permitieran. Habiendo llegado al parque alrededor de las 12 de la mañana y teniendo por delante 7 horas di por supuesto que podría disfrutar de un amplio rango de espectáculos (calculé que haría uno por hora).
Finalmente fueron 5 los "afortunados" a los que asistí ya que también preferí dar un amplio paseo por todos los rincones del parque, intentando sacar el máximo número de fotografías posibles en un día que, la verdad, lució muchísimo con un esplendoroso Sol, pese al ligero aire que se fue levantando desde buena mañana.
Lo primero de lo que me di cuenta al entrar, nada más conseguir un mapa con el horario de espectáculos impreso en el reverso, es que el hecho de visitar el parque entre semana no sólo iba a influir en la cantidad de rides abiertas al público sino que el efecto se trasladaría también a los shows. Me causó terrible sorpresa el ver como uno de los nuevos shows de la temporada (Baila México) caía directamente del horario por ser martes (sí, totalmente rocambolesco) y que Templo del Fuego, llamadle show si queréis, también estaba cerrada a cal y canto. Primera conclusión pues: México carecía totalmente de espectáculos.
Lo siguiente que me causó estupor es ver como una larga retahila de shows iniciaban su andadura días después. Es decir, si mirabas el horario se indicaba, leyenda mediante, que ciertos espectáculos no empezarían hasta bien entrado el mes de mayo. Segunda conclusión: no se ofrece todo lo disponible desde el inicio de temporada sino que se va descubriendo conforme va avanzando la misma.
Finalmente, y como colofón final, una tristemente larga lista de rides permanecieron cerradas durante todo el día, sumándose a esta lista las rides que cerraban en pequeños periodos de tiempo por circumstancias variadas (como Furius Baco, un clásico ya). Dentro de esta lamentable lista encontramos majors como Stampida (ambos tracks), Dragon Khan o Hurakan Condor, así como flats y kiddies como Yucatan, Volpaiute, Cobra Imperial o Armadillos. Sumadle a esta marcada ausencia el hecho de que Fumanchú tampoco está ya entre ellas.
De acuerdo, quien más quien menos se está percatando ya de que el parque desprendía cierto tufillo a "época Criteria" más que a "época InvestIndustrial", pero para tenerlo más claro os pondré un simple ejemplo: en el área de México (con un total de 7 rides, 1 espectáculo nuevo y 3 puntos de restauración, dos de ellos masivos) durante TODO el día hubo solamente 2 rides y un punto de restauración abierto (que para más inri no era de mesa, sino que se trataba de Cactus Express, un snack de calle). ¿Qué pasaba con el resto del área? El Diablo y Potrillos tuvieron que sostener el paso de la multitud como buenamente pudieron (y en Diablo eso se tradujo en colas de hasta una hora y cuarto).
Y estamos en abril.
Tiroteo... ¿o cachondeo?
Dejando atrás el comentario anterior, que dejo como reflexión personal, voy a centrarme en cada uno de los 5 espectáculos que visité, todos ellos de distinta tipología y con una puesta en escena bien diferente pero también representativa de lo que el parque podrá ofrecer en este 2012.
Como mi visita se inició por el área de FarWest, la primera víctima de mi presencia fue Bang Bang West, que como todos sabréis se representa en el pabellón semi-circular con graderías de Fort Frenzy, a unos pocos metros del Saloon y de la estación de ferrocarril de Penitence City.
Si os he de ser sincero, no esperaba demasiado de un show que ha ido decayendo con el transcurso de los años, prostituido, recortado, recambiado, transformado y mermado año tras año por las tijeras de cada uno de los directores artísticos que el parque ha tenido desde sus primeros años allá por el 95. Un show que por mucho que se empeñen siempre va a tener los mismos ingredientes básicos y que el resto de añadiduras serán eso, despojos de lo que en su día fue mi show favorito en el parque.
Si nos entretenemos en mirar el horario de espectáculos mientras tomamos asiento en el show nos daremos cuenta pronto de que aquí es donde las poleas de dirección artística este año chirrían en exceso. En el horario se nos marca este show como "RENOVADO", por lo que entiendo que se le otorgará algo nuevo que haga que no deje de ser el mismo show de siempre, pero con un intento de mejorar el contenido refrescando el continente. Nada más allá.
Bang Bang West es exactamente lo mismo que el año pasado, sin más, sin modificaciones relevantes, sin un guión que sostenga el naufragio, sin un hilo argumental que mantenga expectante al visitante y, lo más preocupante, sin un timón que le de sentido al show. De principio a fin vas pensando que no serán capaces de infantilizar tanto el argumento pero sí, poco a poco te vas dando cuenta de que el objetivo de este show no es ni siquiera hacerte creer que estas en un fuerte del lejano oeste, sino más bien es algo así como una lección de hasta qué punto la estupidez de un guión puede llegar.
Es en este espectáculo donde vamos a toparnos por primera ocasión con un dichoso ingrediente que nos perseguirá durante el resto del día y que, quedáis avisados y avisadas, puede llegar a ofenderos profundamente. Con calzador, sin ningún tipo de pudor y con absoluta naturalidad, de repente en medio del show y en uno de los puntos más "dramáticos" uno de los actores empieza a tararear y posteriormente cantar a pleno pulmón ese infumable producto del show-business de la música de verano, efectivamente hablamos del Eu si te pego de Michel Telo.
Sí amigos, en un show del oeste donde deben vivirse intensos tiroteos, duras peleas y inesperados giros argumentales irrumpe una canción del verano tan desastrosa como odiable y lo hace como quien no quiere la cosa. ¡Todo un logro!
El Saloon de los Pitufos
Apenado por lo lamentable de la situación decidí abandonar el show en su punto final, dándome por vencido al haber visto la totalidad de los efectos de los que dispone el show. Mi próximo objetivo fue el cercano Atraco al Saloon, otro de esos shows que se mantiene año tras año en la cartelera y que ya desde buen inicio de vida en el parque se convirtió en un hit seguro, tergiversado y manipulado durante temporadas y más temporadas hasta derivar en un producto de muy dudosa calidad escénica.
Algo sí que hay que reconocer y es que el nombre del show viene ni qué pintado al lugar y es que para acceder al visionado de este espectáculo deberemos aportar una consumición obligatoria. Esto, teniendo en cuenta que lo más barato del recinto es un agua mineral (1,50€) hace darse cuenta enseguida de que el atraco está más presente que nunca. Puedo asegurar que vi decenas de mesas vacías que, con total probabilidad, estarían llenas de no ser por estas ansias recaudadoras que desgraciadamente pululan allá por donde vayamos en este parque.
Dicho esto, trataré de resumir un poco el espectáculo. ¿Recordáis aquellos majestuosos años donde la sensualidad de las bailarinas, la dinámica del can-can por todos los rincones del local, la genialidad del presentador y la mezcla de música popular y picardía eran los ingredientes básicos del show? Pues olvidad prácticamente todo esto, porque Atraco al Saloon vendría a ser la última estocada de un agónico animal, esperando a su hora en el matadero.
La historia nos narra el intento de Smith, un atracador de poca monta, por conseguir ser el dueño del Saloon de Lilly, la madame más famosa del oeste. Entre medio encontramos a James, un alocado presentador de ceremonias y un cuerpo de 4 hermosas bailarinas. Entre medio hay un par de canciones que poco o nada tienen que ver con el show o, para más inri, con el FarWest donde estamos (que yo sepa Beyoncé sería al oeste lo que la velocidad al tocino). Pero lo más deplorable es, sin duda, el intento de añadir con calzador un humor totalmente descafeinado a base de bromas trilladísimas como son el despiste, la burla (respecto a la procedencia del público), el encaje de temas de actualidad (se llegó a nombrar a Rajoy) y sobretodo el uso de la técnica de que alguien del público participe en un número en el cual James, con una distorsión de voz similar a la de los Pitufos, maneja desde atrás un empequeñecido e improvisado forastero.
El espectáculo habría sido una mera continuación del que se nos ha ido presentando año tras año de no ser por este bochornoso episodio donde un visitante desubicado, unos actores sin guión e incapaces de encauzar el show y un público tremendamente aburrido hacían que cada minuto se clavara en tu cabeza, dándote cuenta de que quizás la consumición la cual has sido obligado a pagar tiene más valor que lo que estás viendo en esos instantes.
No le quitaré méritos a Marina, la nueva cantante de este show que demuestra tener un buen chorro de voz y ciertas dotes interpretativas, ni tampoco al actor que encarna a James, el jefe de ceremonias que al fin y al cabo se debe ceñir a un guión previamente establecido, pero creedme si os digo que pagar por asistir a este espectáculo y perder esos 30 minutos de tiempo será algo que lamentaréis el resto del día si asistís a Atraco en el Saloon. De nuevo fiel a su título, os robarán el tiempo descaradamente.
¿Ah pero a estas alturas esperáis que os diga si hay bailes de can-can? Buscad el último par de minutos y se os dará la galletita, como el premio a los perros.
En busca de la novedad...
La verdad es que llevaba dos grandes decepciones en lo poco que había visto y mis ánimos, reforzados a principios del día por el hecho de volver a mi home-park, iban perdiendo fuerza y estabilidad. Pese a todo, decidí continuar con mi búsqueda de novedades en cuanto a shows se refiere.
Como os he comentado anteriormente México era zona olvidada por completo, una zona de paso dedicada enteramente a quien quería sacarse la foto de rigor con la pirámide o con los bellos y exóticos rincones del lugar, así que como carecía de espectáculos oficialmente el parque parece ser que le dio cierta utilidad, trasladando a las puertas de Templo del Fuego una de las botargas más icónica: Coco. Así pues podías sacarte una foto con la bestia azul mediante una fotógrafa del parque, te daban un ticket y al final de la jornada y previo pago de cierta cantidad de dinero se te entregaba la fotografía con el simpático personaje.
¿Soy yo el único que oye el sonido de una caja registradora abriéndose? Bien, continuemos.
Me imagino que PortAventura era consciente en ese momento de la merma de espectáculos y rides en esta "alegre" área temática, por lo que decidieron montar un show improvisado y, a juzgar por la asistencia de gente al mismo, creo que triunfaron plenamente.
El show se podría titular algo así como "mira lo que podrías montar pero que jamás lo vas a hacer" y consiste en tener durante varios momentos del día las góndolas de Hurakan Condor con testings constantemente y, en la puerta de la ride, una multitud de 40 o 50 criaturas expectantes, esperando a riddear una atracción que el parque sabe ya por adelantado que no abrirá. Cómo no, una imagen vale más que mil palabras:
Sinceramente, no me uní al espectáculo pero os puedo asegurar que era divertido pasearse por los alrededores y escuchar lindas perlas por parte de ese querido público general del estilo: "he oído que ha habido un accidente y la han tenido que cerrar" o "es que hoy hace tanto aire que podría caer encima nuestro". Enternecedor.
Bienvenidos al Paralelo
Es lo que podría rezar perfectamente la fotografía que incluiré a continuación (refiriéndome al conocido barrio barcelonés donde se representa una mayoría de los musicales y obras de teatro), pese a que lo que en realidad indica es el nombre del próximo show al que me dirigí: Music Generation.
La ausencia total de elementos temáticos, nombres de países o culturas en el nombre del show ya me hizo arrugar algo el bigote y el hecho de haber visto, días antes, bocetos y comentarios sobre el show, acabó de prepararme para algo que, sinceramente, me dejó bastante desubicado.
Music Generation es un genial, enorme y espectacular refrito de lo que viene ofreciéndonos Gianfranco Bollini desde que aterrizó en el parque, hace ya 3 temporadas, y que se inició con aquél recordado y polémico "PortAventura Live!", continuó con el pasable "Hola PortAventura" y ha acabado derivando en este Music Generation que aparentemente se desvincula por completo del rumbo de sus dos predecesores pero que, como vamos a ver analizando las fotografías que obtuve, no llega realmente a hacerlo.
La premisa del show es bien sencilla: que el espectador realice un viaje imaginario entre las distintas épocas musicales del siglo XX y XXI desde los años 50 y 60 hasta la actualidad más rabiosa. Para ello se valdrá de canciones, coreografías, vestuario, ambientación, escenografía y efectos varios. Dicho esto, vamos a ver punto por punto cómo evolucionaba y qué ingredientes reales usaba el show para mantenernos enganchados durante su larga media hora de duración:
Patricia, la cantante que debutó con la llegada de los italianos en 2010 y que este año sigue en plantilla, nos larga un pequeño discurso semi-nostálgico indicándonos que la música es un gran ingrediente de nuestras vidas y bueno, sentimentalismo barato ya sabéis. Acto seguido se nos descubre el escenario consistente en un enorme plato tocadiscos, un panel giratorio a la izquierda con distintos elementos cambiantes y una plataforma cercana al público de primera fila en el centro. Una escenografía nada nueva teniendo en cuenta que hace 3 años que bailamos con los mismos elementos. Acto seguido empieza el baile directamente con el jingle protagonista de este año mezclado rápìdamente con la banda sonora de Grease, que vendría a ser el primer número plenamente temático y que aborda el escenario con una especie de Cadillac conducido por chicos de gomina y chicas con diadema y falda larga.
Rápidamente el frontal del escenario cambia para dar paso a el clásico taxi inglés, una cabina roja y, cómo no, unos icónicos Beatles haciendo acto de presencia. Música en estricto playback con varios hits míticos de la banda de Liverpool.
Sí, este año el número del cambio de vestidos a toda velocidad sigue estando enlazado con el show, sólo que en esta ocasión va alternándose con varias de las escenas por lo que podemos ver a esta simpática pareja cambiar trajes a toda velocidad durante las primeras "épocas" a las que se hace mención en el show. He de decir eso sí que es en esta época, la británica, donde más acto de presencia hace este efectista y sencillo número de habilidad.
Tras un par de minutos de groupies gritando y discurriendo por el escenario desaparece absolutamente todo ingrediente escénico más allá de la siempre presente platina de vinilo para dejar paso a unos años 70 cargados de hippies, psicotropia, mucha luz y color. Aparece de nuevo Patricia para cantar un Aquarius algo personalizado.
El jolgorio se relaja por un instante en el que Patricia se acerca mucho al público, casi con la mirada fija en los asistentes a la primera fila y entonando un afinado solo presenta otro nuevo número que irrumpe en el escenario rápidamente y que ya conocemos también:
Efectivamente, el número del aro. Mucho más descafeinado que en anteriores espectáculos aparece este muchacho portando un enorme aro acrobático con el que jugará y revoloteará durante un escaso minuto, dando algunas vueltas e intentando integrarse con el show. Desde el primer año poca o nula integración le encontré a este elemento efectista, pero parece ser que no es ese el pensamiento de Bollini, incluyéndolo temporada tras temporada.
Aparece la que creo que es realmente la novedad en este espectáculo que es la voz masculina de Carlos Carrasco, un excelente cantante con experiencia ya en múltiples musicales y que hace acto de presencia en Music Generation para figurar como la parte que jugará el rol de "seducir" a la cantante. Es en este punto donde ambos cantan a dúo una canción lenta que les hace acabar unidos en un sólido abrazo final. Para aprovechar el tirón melancólico y romántico de la situación se bajan luces, se ilumina todo de azul y rosa, se suaviza el volumen de la música e irrumpen una pareja de asiáticos que mediante una cuerda elástica nos muestran varias posturas acrobáticas en el centro del escenario. Me recuerda mucho a aquellos clásicos acróbatas chinos que hacían posturas sujetos a cuerdas elásticas en los escenarios allá por los años 60-70...
Acto seguido arranca un solo de Carlos sobre un saliente situado en el lateral derecho del escenario equipado con un enorme foco y un ventilador (para dar sensación de fuerza o de intensidad) mientras varios integrantes del cuerpo de baile se dedican a montar, como si de un puzzle se tratase, una barrera a base de bloques de plástico blancos, intentando emular el clásico The Wall de los míticos Pink Floyd.
Efectívamente lo habéis adivinado, el objetivo de ese muro tan grande como innecesario era ser derribado al momento por los mismos integrantes que lo habían estado montando durante unos largos 3 o 4 minutos. Realmente en este punto uno se pregunta sobre la utilidad de este número o sobre si no podrían haber integrado de alguna otra manera más ingeniosa un muro montado ya, en vez de tener que ver como los bailarines van colocando pieza por pieza y Carlos, a un lado, va haciendo tiempo.
De repente el show entra en una espiral de dinámica bastante peligrosa (como veremos en las siguientes fotos) y se transforma en una mezcla de rock, música a alto volumen, luces casi inexistentes y fuego, mucho fuego. Mediante 4 disparadores situados en el frontal del escenario se dispara un chorro de fuego para cada compás de la canción, por lo que podéis imaginar que el olor a gas y sobretodo el humo derivado de esta combustión van acumulándose lentamente en la atmósfera del Gran Teatre Imperial.
Veis lo que veis y es lo que es. Damos un carpetazo a los 80 (¿alguien recuerda la música disco, los Bee-Gees, Boney M?) y nos plantamos de lleno en los 90 con esta especie de intento de Michael Jackson rubio. Como dijera aquél en su día: a-bo-bi-na-ble.
Esta es la parte del show que más polémica ha acarreado en los foros y webs del sector ya que creo entender que no ha sido llevada a cabo todo lo bien que cabría esperar por la ética y temática del parque. En este número el Michael Jackson que hemos visto antes se pone a dar cabriolas y saltos (intentando parecerse a lo que el Rey del Pop fue en su día) mientras absolutamente todos los miembros del espectáculo empiezan a danzar y pasear por encima del escenario dando paso a lo que veis en la fotografía: indios danzantes, sonrientes mexicanos y gráciles asiáticas portando platos y palos giratorios. Toda esta ensalada multicultural decorada con un nada disimulado paseo de banderas de distintos países ¿representativos? (EEUU, España, Italia, Portugal y Rusia) y salvado por la grandiosidad de un tema clave de Jacko como es Black or White. Ensalada llena de ingredientes y con mucho regusto picante.
Después del opulento banquete de impactos efectistas se hace el silencio y toda serpentina desaparece para dar la bienvenida a lo que parece ser algo grande. Efectivamente aparece en el centro del escenario Patricia ataviada con los ropajes y la peluca de Lady Gaga y cantando una extraña versión de uno de sus recientes y millonarios hits. Hemos saltado como 20 años de grandes artistas para ir a parar a Lady Gaga, ahí es nada.
Pese a que se podría haber aportado muchísimo de los 90 y principio de siglo, estoy de acuerdo en que hay que aprovechar el tirón e intentar exprimir la rabiosa actualidad de una diva del pop/dance como es Lady Gaga, sólo que el mecanismo de los shows orquestados por Bollini vuelve a chirriar cuando hace acto de presencia el siguiente elenco de artistas:
No puedo hacer más que compadecerme de ellas. Antaño nos sorprendían con sus malabarismos, su dominio del equilibrio, sus piruetas y su exotismo sobre el escenario y este año, por la maldad del destino, las chicas asiáticas lucen un antifaz, lentejuela y brillantina y diábolos fosforitos mediante, se dedican a sonreír e intentar pasar lo mejor posible los angustiosos minutos de este número que ha perdido totalmente el norte llegado este punto. El reciclaje de actores y bailarines en este punto alcanza lo esperpéntico y roza el ridículo.
Con la sensación de haber entrado en un bucle hipnótico hijo directo del chill-out entramos en una nueva fase del número que va derivando ya hacia el final del mismo. Un par de bailarinas ataviadas con voladizas telas brillantes se dedican a contorsionarse sobre el foco con ventilador, dando a entender que son una especie de musas o vaya usted a saber qué más. De fondo Patricia sigue cantando esta vez ya en un solo con música de Adelle algo más desasosegado que la rimbombante y efectista entrada como Lady Gaga.
Mientras y en el centro del escenario volvemos a ver un número acrobático con cuerda elástica y dos acróbatas chinos que, palabras del mismo Bollini, pertenecen al prestigioso Circ du Soleil. Pues muy bien, ellos a lo suyo dando piruetas a cada cuál más compleja y el público aplaudiendo mientras todo el mundo entre bambalinas se prepara para el espumoso final Made in Italia.
Entra con bastante fuerza Carlos y, a duo con Patricia, cantan de nuevo el jingle de este año que vendría a ser algo así como meter en una coctelera una base pop/dance de estudio + las palabras felicidad-ilusión-música-luz y PortAventura, otorgarle un toque de anteriores shows representados aquí mismo y servir bien frío, tan frío como el espectador se encuentra en ese momento.
Enlazamos ya con el final del show donde, de nuevo y esta vez ya en pleno vestido de gala irrumpe al completo el elenco de artistas, acróbatas, bailarines y demás personal para despedirse del público en un forzosamente estirado aplauso que acaba en el justo momento en el que el telón baja y las puertas del Gran Teatre Imperial se abren, invitándonos a abandonar el recinto.
¿Cómo representa que se le debe quedar a uno el cuerpo después de asistir a este espectáculo? No sabría definir muy bien, pero la sensación vendría a ser como de haber asistido a un super-comprimido musical de Gran Vía, Paralel o Broadway pero con una inversión de presupuesto mucho menor, una plantilla muchísimo menor y la sensación constante de que algo no cuadra.
Y es que lograron meter con calzador los jingles en 2010, consiguieron convencernos de que un área de Barrio Sésamo sería una realidad en el parque en 2011 y este año, por tercera vez consecutiva, Gianfranco Bollini ha conseguido volver a colar algo totalmente diferente a la filosofía del parque hasta hacerlo parecer lo más normal del mundo. Mi opinión en este sentido es que Bollini ha encontrado el truco para hacer creer al espectador que está viendo algo grande cuando en realidad lo que está viendo es lo que Bollini quiere: un show de purpurina, música sin sentido y luces de color.
Bravo por él, pero no en este parque porfavor. Per favore GianFranco, non siamo stupidi.
Mi última esperanza: Polynesia
Abatido totalmente por las incesantes luces parpadeantes de Music Generation seguí recorriendo los viales del parque en mi personal búsqueda por aquél espectáculo que hiciera retornar mi mente a lo que fue, ha sido y debería ser PortAventura: un parque temático sobre culturas exóticas.
Tuve que recorrer la práctica totalidad de China y gran parte de Polynesia para encontrar dicho show y es que, como no podía ser de otra manera, son las bailarinas y bailarines polinesios pertenecientes al show Aloha Taití los que salvan temporada tras temporada todo el catálogo de espectáculos temáticos que contiene el parque.
El escenario es prácticamente el mismo desde que se inauguró el parque, apenas un par de detalles escenográficos han aparecido desde entonces como las torres de madera con focos en el centro, la eliminación por completo del paso de agua de un lado al otro de los laterales o el cambio de la tarima de baile, el resto es todo exactamente igual.
Los primeros que aparecen en escena son los músicos, que yo diría que vienen a ser los mismos que año tras año van repitiendo un papel que poco o nada deben modificar. En este sentido vale la pena recordar los primeros años del parque, allá por los años 90, cuando un nutrido grupo de 4 o 5 músicos animaban el show con música completamente en directo con bongos, congas y demás instrumentos traídos especialmente de Polynesia, instrumentos que hoy en día han desaparecido por completo para dar paso a un triste bombo y dos impersonales micrófonos ya que la totalidad de la música del show está grabada en estudio. Recordar suele ser buen ejercicio, ¿verdad?
Tampoco me voy a poner a analizar a fondo este espectáculo ya que os mentiría si os dijera que ha sido completamente modificado. Para nada, viene a ser lo mismo de siempre, un par de bailes grupales mixtos, un par de bailes grupales de chicas y chicos, un par de bailes con elementos temáticos como bastones o bongos y la famosa y siempre querida interactuación con el público, que vendría a ser el plato fuerte del show.
Se modifican las vestimentas en algunos de los números, en otros vienen a ser las mismas de todos los años (clásicas espinilleras de paja o los famosos cocos/sujetador) y en general el aspecto del vestuario poco o nada ha cambiado.
Bailes de hormonas entre el público con alguno de los números, principalmente masculinos...
Mucho acercamiento al público, un ingrediente que nunca falla y que gusta a todo visitante que se precie...
Este elemento, pese a no ser totalmente nuevo, sí me llamó la atención por el hecho de que desvían totalmente la atención del público a un punto de la playa muy poco explotado, la formación rocosa colindante a las gradas.
En algunas coreografías se adquiere mucha dinámica de baile entre los diferentes integrantes del grupo...
El elenco de bailarinas casi al completo mirando al horizonte o, como en este caso, al ensimismado público...
Uno de los elementos introducidos hace relativamente poco, los bongos.
Y llegamos al final con tres números que jamás de los jamases han faltado a la cita en este show. El primero de ellos es el clásico baile maorí de los guerreros desafiantes... quizás menos desafiantes que antaño pero bastante imponentes de cara al público.
Otro número mítico en este show: sacar a gente del público para intentar imitar, como buenamente puedan, los exóticos vaivenes de los bailarines especializados. Risas mil y mucha simpatía desprendida por los mismos integrantes del cuerpo de baile que intentan otorgar cierta carga sensual a un baile de eminente comedia. Sí que he de apuntar que no se hace lo que otros años y creo que no juega a favor de la dinámica del show y es que anteriormente se sacaba a un sólo miembro del público, dos o tres como mucho, para en caso de ser chicas rodearlas de 2 o 3 bailarines corporalmente dotados para enrojecer las mejillas y causar el estruendo de risas en las gradas o bien el mismo caso pero con chicos rodeados de preciosas bailarinas. En esta ocasión es toda una hilera de chicas y toda una hilera de chicos, por lo que pierde mucho fuelle un show que, de esta manera, pierde cafeína por todas partes.
Y por último, que no falte el baile más representativo con los pareos de paja y los sujetadores/coco. Otro de los elementos más recordados en estos últimos años era la inclusión de la canción Aloha Oe al final, para despedir a todo el público puesto en pie bailando alegremente y agitando los brazos. En esta ocasión se ha suprimido esta canción y el final del show ya no tiene aquél bonito aroma de despedida y de amistad que tenía antaño. Recuerdo incluso versiones de este show donde al final se representaba el cortejo de una típica pareja polinesia con un par de chicos transportando en barca a una especie de princesa y alejándose del escenario.
Sí que existe el elemento de la barca alejándose al final, pero es con tres bailarines sobre ella moviendo los brazos y despidiéndose de todo el mundo de la misma manera que lo hacen el resto de bailarines y finalmente la "banda", dando las pertinentes gracias.
Y pese a que me queda todavía por analizar otro espectáculo más, sí que he de decir que este Aloha Taití es, sin duda, el único espectáculo 100% genuino con la filosofía del parque. Siguen haciéndome recordar viejos tiempos, siguen transportándome a la Polynesia donde sonaba de fondo Dragon Khan y un estridente Tifón y, en definitiva, creo que el hecho de que se haya alterado muy finalmente el show ha contribuido a hacerlo el más longevo del parque junto a otro de los grandes: Aves del Paraíso, que sigue luchando año tras año por permanecer en la parrilla de espectáculos.
Los que estáis hartos de disgustos, desilusiones u os sentís defraudados con el aspecto y filosofía actual del parque, podéis asistir tranquilamente a Aloha Taití que os aseguro que os servirá como una plácida y agradecida medicina contra vuestro particular mal.
La guinda de un amargo pastel
Ya lo he dicho anteriormente y no es ninguna barbaridad: SésamoAventura fue un gol por toda la escuadra total. Nadie esperaba que un parque donde eran representadas algunas de las más grandes culturas de la humanidad cayera en la extraña trampa de construir una nueva área repleta de colorido, personajes animados ficticios y theming cartoon por doquier, hasta que llegaron los italianos y decidieron plantar la bandera de Barrio Sésamo arrancando una importante y vital porción a Polynesia.
Cuando se dijo que en esa nueva área se incluiría un pequeño teatro muchos, me incluyo, alzamos la voz y los brazos al aire para sentirnos totalmente vapuleados por el mal gusto y el desentono.
Un año después de todas estas curiosas escenas, asistí a SésamoAventura para ver con mis propios ojos (y aguantar con mis maltrechos oídos) el show Es la hora de la Aventura aunque sinceramente, deberían otorgarle el título de "Es la hora de reventar mis tímpanos".
No hay show más allá del que pueda dar un chico joven y demasiado hablador junto a una botarga que (maravillas del destino) vuelve a ser la de Coco. Juntos cantarán y bailarán durante una larga e interminable media hora para hacer que los más pequeños, que se agolpan por decenas en la parte de delante de las gradas, bailen, brinquen y boten a cada cual más esperpéntico.
Todo ello acompañado de un repertorio musical digno de la más grande de las vergüenzas ajenas: Danza Kuduro, Soy una tetera, Follow the leader o Eu si te pego. Se le queda a un servidor el cuerpo tan convulso que cuando uno sale del pequeño anfiteatro del área no hace más que buscar alguien a quien exprimir el gaznate con ansias de producir dolor, mucho dolor.
Estoy de acuerdo en que los shows para los más pequeños deben ser vistosos, sencillos, coloridos y muy animados, pero en lo que no estoy de acuerdo es en que el espectáculo deba ser una sucesión de canciones en playback con la mera salvedad de tener un muñeco moviéndose en el escenario ya que, como se ha comentado en infinidad de ocasiones, el teatro de SésamoAventura no es el escenario de cualquier hotel de playa en pleno agosto. No se trata de entretener a base de canciones, sino de ofrecer un show de calidad para niños Y mayores. ¿Alguien habrá pensado en marionetas o títeres en alguna ocasión?
No hace justicia a un espectáculo infantil de un parque que quiere ser de primera. He encontrado shows muchísimo mejores y de presupuesto similar en parques de segunda e incluso de tercera, no hay excusa más que la de cerrar el grifo a la creatividad y tomar al público por idiota.
En resumen...
¿Novedad?¿Qué novedad? Creo que el título "novedad" se le queda este año al parque demasiado grande (casi tan grande como la realmente única novedad, que es Shambhala). Han querido incorporar el dichoso título para abultar un catálogo pobre, insuficiente, insulso y totalmente desprovisto de cualquier magia o gancho que pudiera tener en temporadas pasadas.
Lo dije en su día: la magia, frescura e intensidad que Bollini aportaba a sus shows, conocidos en varios parques con anterioridad, podría funcionar en una primera temporada y estirarse sin problema para una segunda, pero cuando llega la tercera temporada el público no es tonto y se da cuenta de que están jugando ante sus narices con lo mismo de siempre, los mismos ingredientes pero puchero distinto. Con una tónica así no es de extrañar que este tercer año de las andaduras del director italiano sea con diferencia el peor de los tres, independientemente de que en las otras dos temporadas sus espectáculos brillaran realmente más allá de los flashes y las luces de discoteca.
PortAventura necesita retomar el rumbo que perdió años atrás en sus shows, necesita implicación, necesita que la jeringuilla de presupuesto e inversión esté cargada de intencionalidad y de amor por el parque, no de resultados y efectismo. El parque necesita un nuevo uniforme de trabajo, no que le pongamos un vestido de lentejuelas y una gran etiqueta de "NUEVO".
Quizás Bollini reaccione en esta temporada y tenga en cuenta la calidad real, quizás las encuestas o los sondeos revelen que el parque tiene un déficit real de espectáculos dignos y quizás para la siguiente temporada el problema se arregle y tengamos por fin los shows que este parque temático necesita. O quizás no, quizás Music Generation sea sólo una vuelta más a la rosca de lo surrealista y el año que viene tengamos, por poner un ejemplo, un show donde los artistas salgan al escenario a representar a Shakespeare.
Sea como sea, esperemos que el cambio llegue ya y que la próxima temporada no tengamos que encender la campana extractora del humo de refritos porque esta cocina empieza a soltar cierto tufillo a calamares a la romana.
*****
Tercera y última parte, esta vez algo más extendida de lo normal, dando carpetazo ya a las 3 partes de análisis/crítica que he querido realizar con motivo del estreno de temporada del parque de la Costa Daurada.
Quizás no haya sido el mejor estreno de temporada de la historia (que no lo ha sido, ya lo puedo confirmar) y posiblemente el estreno inminente de Shambhala les haya venido demasiado grande como para dejar de prestar atención al resto del parque, lo cierto es que este año el parque necesitaba una crítica algo más dura que la realizada el año pasado y aquí la tenéis.
No os perdáis las siguientes entradas de Bloggercoaster porque con la llegada de mayo llegan los viajes y os puedo asegurar que este año tendréis entradas dedicadas a parques muy lejanos y conocidos y ¡hasta aquí puedo leer!
FUUUUUUUUUUUUUU
ResponderEliminarLeyendo todo esto se me quitan las ganas de ir ....
Haras otra entrada en temporada alta????
Será difícil, la verdad, porque no soy muy amante de los parques en temporadas altas, pero intentaré pasarme por lo menos para poder contrastar. En otros años he ido y el "chasco" ha sido mayor todavía, así que intentaré ir prevenido.
EliminarYo no soy el mejor para hablar de esto ni tampoco se demasiado, pero leyendo criticas como estas, Gianfranco esta "cagandola".
ResponderEliminarCon que haya lucecitas de colorines y cueste poco, para él es buen especaculo...
ok! gracias!!^^
ResponderEliminarJivo, FELICITATS!
ResponderEliminarLlegint la teva entrada ja no tinc cap mena d'intenció de tornar a entrar a veure cap espectacle durant aquesta temporada baixa (mínim).
M'ha semblat un text molt ben escrit i fàcil de llegir!
Muy buena entrada. Te tengo que decir que estoy deacuerdo contigo en muchos aspectos, y en un escueto resumen de todo lo que has analizado, esta temporada a mi me ha disgustado a nivel de espectáculos.
ResponderEliminarAtraco al Salón, para mi, había perdido la chispa de la temporada pasada. BangBang.. bueno, aceptable pero con cambios completamente innecesarios respecto al año pasado. Suerte que no viste Baila México (o como se llame ahora).. te habrías decepcionado. Music Generation pienso que es un espectáculo "entretenido", "ameno", pero no pinta nada en PortAventura, y al fin y el cabo es mas de lo mismo. La originalidad brilla por su ausencia. Esta temporada me voy a quedar con las que considero dos grandes novedades. La escuela de conducción (aunque chupamonederos, sustituye al ya chupamonederos Campament Mongol, espacio que estaba mal aprovechado y no atraía al público en masa) y por supuesto Shambhala.
Si algo no me gusta de los Italianos es que intentan gestionar demasiadas cosas. NO nos hacía falta un nuevo director de espectáculos con ánimo de liarlo todo. NO hacía falta dejar de comfiar en empresas pioneras o de tematización para entregar los trabajos a cierto diseñador italiano con la mísma tónica fantástica para todo (El area de Shambhala tendrá un toque más allà de lo real y con alguna que otra extravagancia.. almenos eso me veo venir)
Un Saludo Jivo!
100% de acuerdo contigo Jivo. Todo lo que dices es cierto y me preocupa mucho que esto se extienda. Yo he crecido con PortAventura y siempre han conseguido emocionarme con los shows y rides, pero estas últimas temporadas... y sin duda (y con perdón) no tienen ni idea de lo que es un parque temático. Me parece un gran falta de respeto hacia las principales culturas de cada zona y que en sus inicios se cuidaba como el mayor de los tesoros.
ResponderEliminarNo quiero imaginarme lo que va a hacer Gianfranco Bollini estos cinco restantes años, pero des de luego ya nos podemos ir imaginando una distribución de áreas y concordancia de theming parecida a la de Gardaland (espero equivocarme) en las próximas temporadas(minilands sin concordancia temática entre ellas). Solo falta decir que ojalá venga uno de los grandes al parque tan pronto como sea posible y que se coma esta macedonia que se ha montado en PortAventura. Un parque temático donde el espíritu aventurero se va perdiendo día a día.
¡Saludos Jivo y muy buenas las tres reviews! te das cuenta de cosas que antes pasabas por alto y que sin duda se tiene que frenar ya.
Un simple ejercicio para comprobar hasta dónde llega la broma. Entra en la web de portaventura (busca en google mismo) y mira la etiqueta superior de la página: Parque Atracciones. Más claro el agua, gracias por tu comentario ;)
EliminarDe eso ya me dí cuenta hace tiempo (palmface), gracias igualmente!
EliminarLamentablemente tienes toda la razón.
ResponderEliminarDespués de ver todo lo que está pasando con los shows en PortAventura, se ve claramente que algo no funciona. Y como bastante gente debe pensar, aquí el rollito de italiano cutre no nos va.
Como ha dicho Xavier, antes intentaban recrear las culturas lo mejor posible, " como el mayor de sus tesoros". Y en mi opinión, la principal cagada fue poner SesamoAventura en medio de polinesia.
A mi me gustaría que, o volviera Universal o manejara el parque uno de los grandes...
Lamentablemente, Jivo, creo que esta sabia entrada que nos has escrito es el "texto" con mas razón y mejor explicado que he leido nunca y eso es lo triste. Lo triste es que temporada tras temporada, aquellos que nos enamoramos del espiritu de este parque hace ya bastante tiempo tengamos que tragarnos las "novedades" que el señor Bollini y su esperpéntico gusto nos ofrece destrozando la esencia del parque, cegado por su ansia consumista y beneficitaria. Solo espero con todas mis ganas que los italianos no tarden mucho ne irse del parque y que entre un inversor que vea las cosas como realmente son y devuelva al parque sus características vitales y por las que es reconocido en toda España y Europa. Y que mientras los italianos estén en el parque se intenten dar cuenta de lo que hay y ojala que alguien de importancia lea esta entrada y se de cuenta de lo que de verdad esta pasando aunque por ejemplo el señor Bollini parezca ser bastante reacio a la críticas (no como a la purpurina).
ResponderEliminarVolverás hacer algún blog de la nueva temporada 2017?
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