La gran Atalaya de Tibidabo
Recientemente, en una reflexión entre amigos y auténticos park freaks, saqué la conclusión de que en ocasiones nos fijamos mucho en el encanto que algunos parques europeos saben sacar a rides o instalaciones antiguas y que es un encanto que también tenemos, en cierta manera, en nuestro país y no sabemos (o no queremos) ver.
Quizás el parque que más explote este encanto actualmente es Tibidabo, el parque de atracciones de Barcelona que preside la ciudad en lo alto de la Serra de Collserola y que ofrece durante todo el año diversión y entretenimiento para mayores y pequeños. Tibidabo ha apostado siempre por la conservación de distintas rides que podríamos llamar míticas bien por su antigüedad o por la originalidad de las mismas y esta que hoy os traigo en forma de foto de la semana lo es al 100%.
Se trata de Atalaya, una enorme ride formada por una torre metálica central que sustenta un largo brazo metálico aguantado por un eje central giratorio y que, en cada uno de sus extremos, sujeta unas grandes canastas de metal desde las cuales sus viajeros pueden observar, en un ciclo giratorio parecido al de una noria, las increíbles vistas que ofrece el parque desde el punto más alto posible, a unos espectaculares 550 metros de altura respecto al nivel del mar.
Su inauguración data de 1921, justo en la primera época de esplendor del parque que también vió como se inauguraban rides de similar relevancia como el Carrousel, el Avión o el Castillo Encantado (que todavía hoy día resisten cientos de ciclos por temporada). Recientemente a la Atalaya se le realizó una más que notable inspección y posterior restauración, remodelando por completo el brazo metálico y substituyéndolo por uno mucho más resistente y ligero, adecuado para cumplir la normativa de seguridad actual.
Sin duda, toda una pieza de anticuario, un complejo capricho tecnológico derivado de las mentes imaginativas de principio de siglo pasado que soñaban con las alturas y con mostrar el mundo como nunca antes lo habíamos visto. Una ride que debemos aprender a querer, conservar y valorar ya que hoy en día su importancia es prácticamente incalculable.
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