Pero hay una categoría de parques que sobreviven día a día a esta dura y agresiva estrategia y son un tipo de parques que conforme pasa el tiempo más me llaman la atención y me provocan admiración: los parques de atracciones de estilo antiguo. Son pocos los que he tenido el privilegio de visitar pero, a grandes rasgos, podría nombrar Blackpool Pleasure Beach, Tibidabo, Gröna Lund o como va a ser el caso de esta entrada Wiener Prater.
Así pues hoy, en Bloggercoaster, voy a intentar transmitir los elementos que hacen de Wiener Prater, el último parque que he podido investigar y experimentar en mis propias carnes, se haya convertido desde ya mismo en todo un referente, una visita obligada para todos aquellos y aquellas amantes de los parques más tradicionales que conservan el patrimonio con un admirable tesón.
Los orígenes del "Prater"
Se puede considerar este ancestral parque como uno de los más antiguos conservados todavía hoy en día, luchando mano a mano con otros grandes ancianos como los Tivoli Gardens de Cophenhage, Luna Park en Conney Island o incluso el propio y tradicional Tibidabo de Barcelona. Aunque la denominación de parque en el Prater se remonta a 1766, cuando el emperador José II declaró el Prater como lugar público de esparcimiento y ocio (otorgándole licencias de pequeños comercios, puestos y cafés), la zona ha venido siendo un pulmón verde concurrido por la multitud de la ciudad de Viena desde el siglo XV.
La Wiener Riesenrad asoma desde el mismo acceso principal al parque.
La zona que delimitó al Prater siempre estuvo sujeta a la administración por parte de distintas famílias y entidades propietarias que le dieron un uso totalmente variado, desde zona de relajación para familias adineradas hasta cotos de caza privados, todo ello desde un temprano 1162 cuando Federico I cedió la posesión de los terrenos a una noble família llamada Prato (de ahí el posible origen del nombre).
Pero el auténtico pistoletazo de salida de este tradicional recinto fue la exposición universal de Viena celebrada en 1873, un tipo de celebración que en aquella época garantizaba a la ciudad que la acogiera larga prosperidad y permanencia de símbolos a nivel arquitectónico y estructural, como es el caso de la Noria de Viena (Wiener Riesenrad) que fue construida en 1897 para celebrar los 50 años de victorias del famoso emperador Franz Josef I.
Siglos atrás el Prater servía como lugar de reunión y ocio para las más altas esferas de poder de la ciudad.
A partir de entonces el Wiener Prater ha constituido uno de los puntos más concurridos de la ciudad, convirtiéndose en todo un símbolo de la prosperidad económica y permitiendo a todos los habitantes de la urbe (y también a una larga muchedumbre turista) riddear joyas ocultas por las estrictas normas de seguridad actuales que, de no permanecer en el interior de este parque, probablemente pertenecerían a un museo o, lo que es peor, serían destruidas sin más como tristemente ha ocurrido en otros parques.
Durante el siglo XX el Wiener Prater vio desfilar por sus instalaciones un sinfín de originales rides.
Desde 2004 el Wurstelprater (el recinto exterior que rodea por completo el parque de atracciones y que contiene un parque botánico dos veces más grande que el propio recinto de atracciones) ha sufrido varias modificaciones y reformas, por lo que en la actualidad el acceso por transporte público está totalmente garantizado, pasando a escasos metros del parque medios como el tren, el metro o el tranvía y facilitando así, todavía más, el acceso al mismo por parte de cualquier persona en apenas unos minutos desde el centro de Viena.
El parque nocturno y gratuito
Una de las características más chocantes del Wiener Prater es, sin duda, sus tarifas y horarios. El acceso a lo que es el recinto y caminos del parque es totalmente gratuito y abierto durante buena parte del día, se puede acceder en todo momento sin pagar absolutamente nada y contemplar, de bien cerca, la totalidad de las rides, coasters, monumentos, teatros y restaurantes. Si queremos acceder a una ride será su propietario quien establezca el precio de entrada, que suele ir desde el benévolo y simbólico euro hasta los excesivos 5 o 6 euros por ciclo.
El vial por el cual accedemos al parque está repleto de luces LED en suelo y árboles otorgándole magia extra
Este hecho facilita el concepto de ver familias enteras paseando por el lugar, así como gente practicando footing, personas sobre bicicletas, hombres de negocios o cualquiera que quiera pasar por sus calles de libre acceso (y esto también incluye, cómo no, vagabundos en busca de un techo donde descansar). Pese a todo, el ambiente del Wiener Prater es excelente y la numerosa cantidad de bancos y mesas que ofrece hace que sea realmente difícil encontrar puntos donde no haya absolutamente nadie.
Uno de los ingredientes que más se repiten en el Prater son los coches de choque, con hasta 8 rides de este tipo
Referente a sus horarios el parque está abierto desde las 9 de la mañana hasta las 12 de la noche, lo cual abre un abanico de posibilidades enormes para visitarlo pudiendo hacer el horario normal de visita de parques (que suele ir desde primera hora de la mañana hasta última de la tarde) o un horario más nocturno que dé comienzo a media tarde y se prolongue hasta altas horas de la noche.
El clásico Diavolo lo encontramos en varias ocasiones, siendo este de la entrada el más espectacular
Y os preguntaréis: ¿cómo es posible tal extensión de horarios? Muy fácil. El Wiener Prater está gestionado en su mayoría por cierta cantidad de familias que instalan, bajo una serie de contratos y permisos, sus atracciones en un terreno que es propiedad del ayuntamiento.
En el acceso también encontramos cierta reminiscencia a otras entradas de parques europeos similares
Cada una de estas familias paga una especie de alquiler por tener sus rides y, a cambio, recibe mantenimiento así como una instalación fija que permite que las rides tengan cierto nivel de seguridad justo a medio camino entre las rides desmontables de feria y las fijas de parques de atracciones o temáticos.
Dark rides de temática polar y norias gigantescas conviven a la perfección en el parque vienés.
El lado bueno es que quien gestiona cada ride tiene total libertad para operar su ride hasta la hora límite del día (y es así, podemos ver rides o coasters funcionando hasta las 12 de la noche), pero el lado malo es que si un propietario no ve lógico tener una o varias rides abiertas y colgar el cartel de "cerrado" puede hacerlo con total libertad, posibilitando que en tu visita su ride o coaster no esté abierta.
Esta norma de doble filo se ve superada o restringida en 3 rides que son controladas y gestionadas al completo por el ayuntamiento, sin estar reguladas por un propietario privado. Se trata de la Wiener Riesenrad (la enorme noria simbólica del parque), la Wiener Hochschaubahn (la coaster más antigua del parque, construida en 1950 en substitución de su homóloga existente desde 1909 y destruida por la Segunda Guerra Mundial) y Große Geisterbahn (o lo que es lo mismo, la dark ride más antigua del mundo).
La iluminación de las coasters por la noche es completa, logrando un efecto revitalizante espectacular.
Estas 3 rides estarán abiertas siempre que el Wiener Prater permanezca abierto, por lo que se nos asegura, por lo menos, 3 rides de diferente índole y de incalculable valor histórico.
Noches de luz, color y nostalgia
Pero la belleza del Wiener Prater radica en algo más que el concepto horarios y precios. La belleza de este parque se encuentra en sus rides, en las vistas y en el ambiente general que desprende el parque por cada uno de sus rincones.
También hay cabida en un recinto así para un booster tradicional con medidor de velocidad incluído.
Podemos encontrar las flats más punteras del mercado (como esa genial Black Mamba de Funtime que explota el concepto booster hasta un nivel más allá de lo normal), las coasters más increíbles y originales (mal que pese, Volare es una de ellas) o conceptos de dark ride que más adelante veremos en Bloggercoaster que rozan lo surrealista con temáticas como el hielo, el terror o los payasos.
Todo se adereza con una brutal cantidad de puestos de comida que roza la veintena de locales, donde podremos encontrar desde el clásico snack-bar en el cual adquirir perritos calientes, pretzels o fresco coco; pasando por restaurantes de más categoría con amplios patios repletos de bancos de madera y cubiertos por espesos chopos con franjas de banderas colgadas de lado a lado del patio o incluso restaurantes de una categoría más elevada donde nos será necesario reservar mesa ya que sus vistas son, por así decirlo, más que privilegiadas.
¡Hurra! Aquí también existe un mítico Rotor, esta vez tematizado en Spiderman. ¿Lo veis sobre el cartel?
En cuestión de estructura el Wiener Prater se distribuye en una clara forma circular donde irrumpe una amplia avenida de acceso (en cuyo perímetro encontramos un museo de cera Tussauds, varios restaurantes, una zona ajardinada o la misma Wiener Riesenrad) y que rápidamente se divide 4 ramales, siendo el primero y el cuarto los que pertenecen al perímetro externo del círculo y los dos internos calles que recorren el parque de un extremo al otro, agilizando mucho la visita y el acceso a todas partes. En resumen vendría a ser como una cuadrícula de calles dentro de una enorme y estirada elipse.
Bajo los raíles de una wild mouse spinning podemos apreciar la grandeza de la Wiener Riesenrad.
La antigüedad no está reñida con la innovación y es por eso que el Prater permite el acceso a minusválidos sin ningún problema (de hecho, no hay ninguna zona del parque con desniveles ni escalones lo cual facilita mucho el pase de bicicletas o sillas de ruedas). Además podemos encontrar una completa variedad de WC, siendo todos ellos de pago bajo la simbólica cantidad de 0,50 céntimos de €.
La noria superviviente
Sin duda alguna la que es la joya de la corona del Wiener Prater es la Wiener Riesenrad, una enorme noria de 65 metros de altura que encontramos a escasos metros de la entrada al recinto y que preside prácticamente sin competición el skyline del parque visible desde varios kilómetros a la redonda.
El acceso a la Wiener Riesenrad se hace a través del edificio-museo en la parte inferior
Encargada en 1896 para celebrar con su inauguración, un año después, el 50º aniversario del reinado de Franz Josef I, el famoso emperador casado con Sisí, símbolo y estandarte de la ciudad de Viena durante muchos años y quizás idolatrada de manera algo injusta (la polémica, en ese sentido, está servida).
Su diseño corrió a cargo del inglés Walter Bassett y su estructura circular está compuesta por una doble formación de acero atornillado y sostenido por cables tensados entorno a dos pilares triangulares situados a lado y lado del tambor principal. En cada uno de estos pilares encontramos potentes motores que hacen moverse el perímetro exterior, rodando y creando la ilusión de que el eje central (a 30 metros de altura) es el que hace rodar la estructura.
Apenas hay palabras para describir tanta belleza y tamaño una vez estás bajo la noria.
En su primera versión contenía 30 góndolas que, como dato curioso, fueron los vagones de uno de los primeros ferrocarriles en cruzar la linia del imperio austro-húngaro. Su reconversión en góndolas mediante la eliminación de la estructura de ruedas y ejes hace que las góndolas rojas de la Wiener Riesenrad se vean y detecten a la perfección desde muchos metros de distancia, lo que le otorga el punto simbólico que diferencia esta noria de todas las demás.
En el museo construido en 2002 encontramos las góndolas restauradas y usadas como dioramas.
Tras sobrevivir la estructura metálica a la Segunda Guerra Mundial se redujo la cantidad de góndolas a 15 ya que el resto fue imposible de recuperar y algunas se destinaron como material de museo o piezas itinerantes de la muestra del horror de la guerra que dividió a Europa en 2. La reconstrucción y puesta en marcha se llevó a cabo a finales de los años 40, siendo 1947 el año en que la Wiener Riesenrad volvió a lucir para los vieneses.
El acceso a las góndolas se hace a través de puertas laterales y mediante una pasarela metálica móvil.
En el hall de acceso a la Wiener Riesenrad, y justo tras adquirir los tickets de entrada a la misma (se pagan aparte, como el resto de rides del parque y en este caso, por ser el elemento más simbólico del parque ascienden al precio de 9€, 4€ en el caso de niños de 3 a 14 años y gratis en el caso de menores de 3 años). Tras un breve paso por una sala circular con algunas de las góndolas recuperadas en 2002 y transformadas en dioramas y maquetas móviles sobre la historia del parque, accedemos a la estación de carga, la cual se realiza en uno de los pilares triangulares situados al lado de la noria, al pie de la estructura giratoria.
La iluminación es parte importante de la Wiener Riesenrad, logrando efectos curiosos y mágicos.
Una vez dentro de tu respectiva cabina la visión que se tiene del parque y sus alrededores es espectacular, pudiendo comprobar sin problemas puntos básicos de la ciudad como la catedral de San Esteban, el río Danubio o el famosos edificio de la ONU. Además en el centro de la misma encontramos un banco de madera que nos puede servir para tomar un descanso si nuestras doloridas piernas han sufrido el parque durante muchas horas.
Desde la parte más alta podemos divisar la plaza de acceso al parque, el Diavolo y el museo Tussauds.
El viaje consta de una vuelta completa de la estructura, durando este ciclo entre 15 y 20 minutos dependiendo del tiempo y agilidad de carga de las cabinas posteriores a la nuestra. Una vez hecha vuelta vamos a parar a una completísima tienda de souvenirs (donde podéis aprovechar para adquirir los mejores recuerdos del parque y de la ciudad a un precio atractivo) y un amplio Café-Restaurant con todo lujo de detalles y acabados que, para más inri, nos ofrecen mediante un techo de cristal la vista desde un punto único de la enorme noria que corona el cielo vienés con sus vistosos colores violeta.
Rápidos, coches de choque, columpios mecánicos, norias, dark rides, boosters, Volare,etc.
Como podéis comprobar las vistas desde las góndolas de la Wiener Riesenrad son totalmente espectaculares y recomendables, pudiendo descubrir la magnitud de todas las iluminaciones y efectos de las rides desde un punto de vista mucho más elevado del que nos suelen ofrecer las torres de visión o las rides de caída libre y aprovechando a la vez para sacar atractivas fotografías aéreas del lugar.
Un paisaje difícilmente localizable en cualquier otra parte del mundo, la belleza del Wiener Prater es evidente
No sólo merece la pena visitar el Prater por su enorme cantidad de credits y rides (que superan con creces la centena), sino que las vistas, la iluminación, las facilidades de cara al visitante o el olor de los puestos de comida os facilitarán un enfoque totalmente diferente de la situación, transportándoos al ambiente más familiar de las ferias de pueblo o ciudad, donde predominaban las emociones fuertes por encima de la seguridad, pero a la vez estableciendo un punto fijo, en el cual las rides cumplen de sobras con toda la normativa del estándar europeo de calidad y seguridad.
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En la entrada de hoy hemos podido comprobar la riqueza de uno de los parques menos conocidos a nivel de park freaks pero más renombrados a nivel de turismo. Por este parque pasan anualmente más de 5 millones de personas que recorren todas y cada una de sus rides en busca de la emoción perfecta.
Más adelante me ocuparé de comentar, en una entrada creada para ello, la red de rides y dark rides que podemos encontrar en el parque, que ya os puedo adelantar que es enorme y apabullante.
Wiener Prater, un parque al cual le tenía ganas desde 2007 (cuando pude visitar únicamente la Wiener Riesenrad) y que pude completar con gran satisfacción hace apenas unos días atrás. Un gran parque de atracciones digno de visita si estáis por la capital austriaca. ¡Recomendado totalmente!
Jolín, es ver la noria y me entra un vértigo...Con las atracciones que te levantan más de dos palmos del suelo ...bufff, me entra un mareo que no veas! Pero a la gente que de verdad le gustan las emociones se lo pasan teta! jajaja! Yo sinceramente no podría! ;)
ResponderEliminarUi pues el sitio está muy bonito!
ResponderEliminarUn parque apuntado a la lista de imprescindibles desde hace mucho tiempo.
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