Ayer mismo, con la publicación de la tercera parte del análisis exhaustivo que estoy realizando al parque de atracciones/temático francés de Nigloland cruzamos el ecuador de este viaje y no pudimos hacerlo de mejor manera que probando varios de sus credits y recorriendo de punta a punta su chispeante área temática de Village Rock'n Roll.
Por el momento hemos podido recorrer dos áreas y media de su extensión, pudiendo haber disfrutado del uso masivo de la madera en su recóndita área de Village Canadien así como de parte de las rides que nos ofrece el área de Village Merveilleux (que acabaremos de recorrer en la última parte de este análisis, si todo sale bien mañana mismo).
Así pues hoy, en Bloggercoaster, es momento de ajustar la hora de nuestros relojes, cargar nuestros bolsillos de tabletas de chocolate y empezar a colocarnos los esquís, porque nos trasladamos a los Alpes suizos para adentrarnos en el área temática de Village Suisse.
Nigloland a vista de pájaro
Village Suisse es un área bastante pequeña y concentrada del parque pero que no palidece en comparación al resto de zonas ya que en su interior esconde una buena colección de rides clásicas de parque de atracciones europeo así como dos credits más que se suman a la jugosa cuenta que ya de por sí tiene el parque (y si hablaramos estrictamente de temáticas, la anteriormente nombrada Alpina Blitz pertenece de hecho a Village Suisse pese a estar situada en los terrenos de Village Rock'n Roll).
El área es de paso aunque conecta con un ramal de viales central mediante el cual podemos acceder a su vez a varias áreas del parque, por lo que pese a que podemos planificar la visita al parque evitando pasar por aquí, tarde o temprano deberemos recorrer alguno de sus caminos y verla en todo su esplendor.
Si accedemos desde Village Rock'n Roll (y siguiendo el sentido de visita que llevábamos ayer) la primera ride con la que nos encontramos es la pintoresca Apple Flight, un wave swinger curiosamente tematizado en un árbol cuya copa está ocupada por un nido de observadoras cigüeñas:
Como ya habéis podido observar en varias fotografías, la auténtica protagonista indiscutible de los cielos en esta zona es La Grande Roue, una noria de 40 metros de altura que se levanta poderosa en el extremo del parque colindante al aparcamiento exterior y posiblemente el punto más alto y visible del parque desde la lejanía:
Con 36 góndolas con capacidad para hasta 8 personas por góndola, es una alternativa genial para observar desde las alturas tanto el recinto del parque como los alrededores, repletos de verdes campos y salpicados de pueblecitos típicos en el horizonte:
Si visitáis el parque con una buena cámara fotográfica, es un punto imperdible para poder sacar fotografías más que correctas de la parte que nos ocupa, que es Nigloland. Por ejemplo se pueden sacar las mejores fotografías aéreas de Alpina Blitz:
O de gran parte del parque, con las áreas visibles de Village Suisse, Village Rock'n Roll, parte de Village Merveilleux y, a lo lejos, Village Canadien:
Como podréis comprobar en esta última instantánea y como también me he encargado de indicaros entrada tras entrada, tres cuartos de la extensión total del parque están totalmente cubiertos por profundos y espesos bosques verdes de abetos, por lo que queda demostrado que en Nigloland se respira naturaleza en todo momento.
Serpenteando por la Village Suisse
Recuperados ya del vértigo de los 40 metros de altura de La Grande Roue y tras no más de 10 minutos de ciclo (unas 3 vueltas en total) es hora de volver a sentir la adrenalina y velocidad de una coaster, así que apenas deberemos desplazarnos unos 20 metros para disfrutar del primer credit de esta Village Suisse, un clásico clonado hasta la saciedad en todo el mundo, una wild mouse de Mack Rides (¿de quién sino?) llamada Schlitt'Express de factura más bien reciente (2007) y cuya integración con el entorno, como suele ocurrir en la mayoría de wild mouses de Mack, toma fuerza con un correcto theming:
En este caso encontraremos no solamente los trenes y la estación tematizados en madera y el mundo rural en general, sino que también localizaremos el torreón de la cumbre del lift cubierto por un techado de madera, cómo no. Lo cierto es que este credit entero, salvo alguna diferencia de colores en raíles, me pareció muy similar a Vertigo en Parque de Atracciones de Madrid (de hecho es exactamente igual salvo que la estación en este caso no goza de tanta vegetación y theming en la versión madrileña:
Del layout de una simple wild mouse tampoco a hacer una tesis entera: salida a derecha, entrada en lift, ascenso hasta una altura de 14 metros y luego recorrido sinuoso con paso por 4 MCBR's en total (con la correspondiente carga de G's laterales en cada curva, un clásico ya). Tras esto viene el recorrido más coasteril, puramente dicho, en el cual tras una curva panorámica que pasa por encima de la estación entramos en un juego de mini-drops y camelbacks que nos ofrecerán un par de buenos airtimes para acabar frenados finalmente antes de acceder de nuevo a la estación y desalojar el tren:
Salidos ya de la locura de curvas y fuerzas laterales de Schlitt'Express es momento de probar otra de las rides que ocupan el entorno de esta Village Suisse y que otorgan el toque de tranquilidad y familiaridad general que tiene el área entera (pese a tener dos credits más bien familiares/ligeramente extremos). Su nombre es La Ferme d'Antonin y básicamente es un recorrido por un circuito rodeado de vegetación y elementos temáticos a bordo de grandes tractores eléctricos:
En este caso el hecho más destacado es que, al contrario de la mayoría de rides de este tipo en las que encontramos una estación de carga y descarga con uno o varios ride-ops, en este caso deberemos entrar en el edificio central de la ride y ocuparnos de acceder al tractor nosotros mismos, es decir, es una ride auto-gestionada en la que todo está automatizado para que nosotros solo debamos acceder al tractor y disfrutar. No hay alguien que nos acomode en el tractor, las puertas del torno de acceso se abren solas y no se cierran hasta que el siguiente tractor llega al andén de entrada:
También al contrario de la gran mayoría de estas rides en las que se escatima quizás con los costes finales, en el caso de Nigloland se nota que invirtieron una cantidad de dinero algo más elevada por lo que tanto el entorno, el theming como la propia ride (fijaos el tamaño de esos tractores) responden a unos niveles de calidad mucho mayores que en la media de los parques europeos. Esto permite, por ejemplo, que riddear algo como esta Ferme d'Antonin no sea vergonzoso para el visitante adulto ya que no desentona una vez sentado en el interior de estos tractores:
¡Ah! Y por si os lo preguntabais, el nombre de la ride responde al dueño de la propia granja, el señor Antonin que nos encontraremos tarde o temprano en algún punto del recorrido, plantando su cosecha y observándonos pasar:
Vale la pena apuntar también que muy cerca del circuito de tractores encontraremos un pequeño espacio vallado en el que localizaremos un par de cabras y gallinas, el clásico uso de animales de granja para ambientar, si cabe, un poquito más la zona.
Justo al lado de La Ferme d'Antonin encontramos otra de esas rides clásicas europeas que por desgracia no se han seguido construyendo (quizás por el coste de mantenimiento, quizás por el poco atractivo visual para el visitante joven/adulto). En este caso su nombre es La Ronde des Canards y es una spin-ride que nos permitirá dar vueltas sobre un sonriente pato a la vez que nos desplazamos a flote por un estanque circular:
Y si os soy sincero, puedo haber visto una docena de estas por toda Europa y quizás es la ride que jamás he riddeado. Una de esas asignaturas pendientes que, quizás con el tiempo, logre completar exitosamente. ¡Quién sabe!
¡Hora de comer!
Os he nombrado hasta ahora un buen puñado de edificios de restauración a lo largo de todo el parque pero hasta el momento no había profundizado en ninguno de ellos. Pero no por ello es tema baladí a la hora de hablar de Nigloland, al contrario, en la visita al parque francés uno de los aspectos en el que quedé gratamente sorprendido es la gastronomía, gusto del cual los parques franceses suelen presentar menús y cartas más que dignas en este aspecto.
Nuestra parada de rigor para llenar el buche fue más bien inevitable porque el aroma a horno y queso en general era demoledor al paso por delante de la preciosa Lara Clette:
En su interior podíamos encontrar una cantidad abrumadora de delicatessen y platos basados principalmente en el uso del queso fundido y el pan, pero con variedades vegetarianas y ensaladas. Así que no lo dudamos y decidimos parar aquí para comer:
Como podréis observar en la siguiente fotografía, mi elección fueron 2 paninis (uno de queso y otro de bacon con queso de cabra) y una botella de agua de medio litro. Pagar un total de 10,80€ por una comida así me parece más que correcto, teniendo en cuenta que la cantidad de queso y de pan en las raciones era abundante y que quedé más que saciado:
Además la confluencia de edificios de restauración en este lugar (hasta 3 en total) convierten este punto del parque en el sitio ideal para sentarse, relajarse, observar el movimiento natural de un parque familiar y devorar sin prisas pero sin pausas la ración que cada uno haya decidido. La verdad es que la paz que se respiraba en este rincón era digna de elogio:
El parque ofrece también distintos puntos en los que podemos trasladarnos para ingerir nuestra dosis de comida, por ejemplo una cabaña de madera rodeada de bosque y mesas de picnic:
O incluso este genial punto temático consistente en una pequeña pérgola de madera coronada por un torreón y finalizada totalmente en madera:
Una de tantas muestras de que sí, nos encontramos en un parque de atracciones menor o de tamaño mediano, pero que tiene muchos rincones bonitos y relajantes que ofrecernos (además de, no lo olvidemos, un total de 6 credits de distinta intensidad y variedad).
Vieja pero impagable reliquia
Y es de uno de esos 6 credits del que voy a hablaros ahora pues, para cerrar con máxima nota el área de Village Suisse el parque nos ofrece un auténtico viaje a los Alpes a través de una coaster de las que ya van quedando menos, pero que reivindica temporada tras temporada su presencia allí donde esté operativa. Me refiero a La Course de Bobsleigh, una jet 400 del siempre presente Schwarzkopf:
Dada la difícil visibilidad del layout entero de esta coaster (ya que en su inmensa mayoría está cubierto por theming o por bosque), he decidido incluiros el point-of-view de este credit, ofrecido por los grandes amigos de E-Coasters que lo grabaron cuando, podréis observar, Alpina Blitz no era ni siquiera un proyecto futuro más allá de una gran explanada de césped:
Nos elevaremos a través de una espiral/lift hasta el punto más alto de la coaster (a unos 15 metros de altura) para inmediatamente descender en un vertiginoso drop curvado que nos hará pasar por el interior de una montaña tematizada saliendo al exterior y enlazando un par de camelbacks y curvas peraltadas que nos ofreceran una buena dosis de fuerzas laterales, negativas y positivas:
Completaremos otra hélice menor que nos volverá a pasear por el interior de la montaña antes de frenar, de manera algo brusca pero progresiva (como solía gustar a Mr. Anton) para pasar por un par de tramos de brakes finales antes de volver a entrar directamente en la estación y abandonar los trenes.
Ahí es donde encontramos la verdadera gracia de un credit tan rápido y sencillo aparentemente: sus trenes. Con una protección totalmente presencial como es un sencillo lapbar acolchado y unos asientos totalmente incómodos, el recorrido por esta Course de Bobsleigh no es precisamente cómodo y plácido, pero tampoco llega a los puntos de dolor que pueden ofrecer unos asientos de fibra de vidrio de una junior coaster de Vekoma, por ejemplo.
Más bien riddear una jet 400 de Schwarzkopf se convierte en un ejercicio que juega finamente con el equilibrio de mantenerse erguido en el interior del asiento y sentir en todo momento que puedes salirte de él en cualquiera de las curvas peraltadas que pueblan el layout:
Como es natural esto no ocurrirá en ningún momento, pero la sensación está ahí, una sensación a la que en Schwarzkopf siempre gustaron de jugar, haciendo creer al viajero que la protección o comodidad del asiento no iba a ser suficiente. Pero siempre ocurría y ocurre lo mismo: sorprendentemente llegabas sano y salvo a la estación y aunque la intensidad del recorrido podía dejar huella en tu cuerpo, este desaparece por completo una vez abandonas la estación de carga:
Credit este de Le Course de Bobsleigh rodeado de bastante polémica durante los últimos 3 años pues temporada tras temporada (y con el último añadido de Alpina Blitz más todavía) se ha rumoreado que Nigloland estaría barajando desprenderse de él para siempre por el mismo motivo que todas las Schwarzkopf: elevado coste de mantenimiento y rebaja de expectativas por parte del visitante repetidor.
Pero hay que tener mucho cuidado con la posible noticia de su desmantelamiento pues tan solo existen actualmente 3 coasters de este mismo modelo en pie en todo el mundo (y un par más dispersas en forma de parques estacionales o ferias) así que estaríamos hablando de un patrimonio que vale la pena conservar dada su cada vez más creciente rareza.
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Y hasta aquí llego con el recorrido hoy por un área que no deja indiferente a nadie que la visita, el área de Village Suisse.
Quizás no es donde encontremos mayor cantidad de adrenalina, intensidad o rides de infarto, pero sí que el equilibrio conseguido con las flats y coasters que completan su extensión es prácticamente perfecto: varias rides familiares, un par de kiddies, un par de coasters de distinta intensidad, varias zonas de restauración y bellos paseos ajardinados con espacios donde poder descansar.
Todos los parques de atracciones de Europa deberían tener en su interior una Village Suisse particular, un lugar donde, en un preciso ejercicio de administración correcta, pudieran confluir una galería de edificios y rides conviviendo en perfecta armonía parqueril.
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