Y como si de las fiestas mayores de cualquier pueblo o ciudad se tratara, el viaje llega a su final y tristemente toca despedirse y dejar atrás 10 jornadas que han sido un auténtico lujo.
Durante el décimo día de viaje disponíamos de lo que se suele llamar una "media jornada", ya que nuestros vuelos salían a media tarde y nos quedaba gran parte de la mañana para poder aprovechar y hacer alguna que otra visita turística de última hora.
Como en la jornada anterior me dediqué a visitar Coney Island y, por lo visto, tanto a Marc como a Raúl les gustaron las impresiones que les mostré, decidimos que la visita fugaz del día sería para visitar, de nuevo, un parque de atracciones.
Día 10: hot dogs auténticos y adiós
Las sensaciones durante el último día de viaje en un RCT siempre suelen ser contradictorias. Por una parte hay una más que presente sensación de agotamiento y cansancio (totalmente lógico, viendo lo que llevábamos a las espaldas ya) y por otra parte la sensación de querer seguir haciendo cosas para que el volumen de anécdotas y vivencias no se acabe y se sigan acumulando cosas que explicar.
Con ese ánimo hicimos y revisamos por última vez las maletas antes de salir del último hotel, en New Jersey, al otro lado de la bahía de Manhattan.
Una vez tuvimos el equipaje dispuesto y organizado en el coche, pusimos rumbo a Brooklyn sin pasar por la gran manzana, sino conduciendo por las autopistas que se abren paso al sur de New York. De esa manera tras una media hora en coche llegamos de nuevo a las puertas de Coney Island para volver a ver la misma estampa que yo había vivido horas antes:
En esta ocasión el objetivo era mucho más sencillo dados los precios del parque: Marc y Raúl se marcaron completar una visita rápida a Thunderbolt y a Cyclone, para tener en nómina los dos credits más importantes del parque.
Así que el primer credit elegido del día fue el diablo naranja y blanco, que justamente ese día cumplía un año de vida y lucía globos de celebración y pulseras de regalo a los que se atrevían a recorrer su malogrado layout serpenteante:
Y sí, ahí tenéis a dos héroes. Yo decidí ahorrar mis 9 dólares ya que el día anterior ya había pasado por esta suerte de centrifugadora de carne humana:
Ciertamente las estampas que deja tras de sí esta multilooper de Zamperla son más que envidiables, ofrece una galería de fotografías tan espectaculares como esta:
Y sí, vamos a jugar un poco con el zoom y la resolución de la fotografía, giramos un poco y efectivamente, ahí están Marc y Raúl disfrutando del traqueteo italoamericano:
Una vez hecha ya Thunderbolt, sacando conclusiones y visitando un poco por dentro los dos complejos de Luna Park (Scream Zone y el parque plenamente dicho), decidimos pasarnos a hacerle una visita a Cyclone.
Como creo que ya os he explicado en alguna ocasión, durante los viajes del Roller Coaster Team nos ponemos una serie de retos o achievements que, durante el viaje, debemos cumplir si queremos ganar cierta puntuación o reputación en el grupo. Una serie de pruebas con más o menos mala leche que pondrán a prueba nuestra destreza, cara dura o atrevimiento. Para que os hagáis una idea, en plena calle y con Cyclone como telón de fondo, una de mis pruebas era sacarme una foto en plan GTA IV (ambientada también en Manhattan):
¡Conseguido!
Por desgracia para Marc y Raúl, Cyclone tuvo los mismos problemas del día anterior y permaneció cerrada durante unas horas por la mañana, justo cuando nosotros estábamos de visita, así que no tuvieron oportunidad de poder riddear esta bala de colores rojos y blanquecinos (y en ese momento me alegré de haberme pasado por Coney Island el día anterior, la verdad).
Pero lo que sí pudieron disfrutar por primera ocasión (y casi única, dada la escasez de este tipo de rides en todo el mundo), fue de la Wonder Wheel de Denos Wonder Wheel, de la que ya os hablé en la anterior bitácora:
Como no podía ser de otra manera, tras completar un ciclo entero ahora ya sí la Wonder Wheel tenía el sello de aprobación del RCT:
Completadas ya estas dos metas del lugar, nos acercábamos al mediodía y decidimos dirigirnos al JFK (el aeropuerto del que saldría nuestro vuelo de vuelta) con el estómago lleno, por lo que antes decidimos hacer una visita a un local mítico de Coney Island que vendría a ser algo así como el chiringuito de la paella para los turistas en España. Me refiero al clásico Nathan's Famous de Coney Island:
Por si no os suena de nada, Nathan's Famous es el local que sale año tras año en las noticias y periódicos de todo el mundo con ocasión de su concurso de ver quién come más perritos calientes en una hora de tiempo. De hecho el concurso en este local es algo tan respetable que incluso podemos encontrar una de las fachadas decorada con un gran panel en el que aparece una cuenta atrás en segundos, minutos, horas y días y un listado con todos los ganadores y ganadoras que ha habido desde que empezó la tradición a mediados del siglo pasado.
Y como no podía ser de otra manera mi estómago, que viene a ser un turista curioso más, decidió probar los sabores de los hot dogs de Nathan's Famous junto con las patatas fritas con salsa de queso y los "tanques" de refresco:
¿La verdad? Tienen un sabor bastante peculiar, me recordó un poco, quizás por lo especiado, al sabor de la chistorra pero mucho más flojito. Desde luego no sabe como un hot dog normal y corriente, tiene un sabor bastante particular y un pan delicioso. Son diferentes, sin duda.
Habiendo comido ya en Nathan's, del aeropuerto nos separaban apenas tres cuartos de hora y una vez llegados lo primero que deberíamos hacer era la devolución de nuestro coche, del que rápidamente nos despedimos para dirigirnos a la terminal internacional del JFK en la búsqueda de nuestro vuelo.
Al contrario de como volamos a la ida, en esta ocasión nos tocó la compañía American Airlines, de la cual he de decir que ya tuve una experiencia no muy agradable cuando volé el año pasado a Los Angeles. Y no me equivocaba, la calidad del avión y sus instalaciones, en comparación al vuelo que nos llevó hasta Washington diez días atrás, era pésima:
Fueron 8 horas de vuelo sin escalas, directos hasta Barcelona y atravesando la noche en apenas unas horas para plantarnos en nuestra tierra a primerísima hora de la mañana, con un jet lag digno de campeonato ya que dormir en el avión de American Airlines se convirtió en algo así como una odisea.
Pero volvimos, sanos y salvos, con unos cinco quilos de cansancio a nuestras espaldas y los rostros del viajero curtido en horas y horas de sol, caminatas y riddeos. De hecho para completar la experiencia y como no podía ser menos decidimos sacarnos la última auto-foto del viaje nada más salir de la zona de recogida de equipajes, comparado vosotr@s mism@s con nuestros rostros al empezar el viaje:
Con esta llegada al Aeroport del Prat dábamos ya por finalizado un viaje, un GRAN viaje que habíamos iniciado en 2014, cuando en mitad de la campiña británica y a medio RCT en Inglaterra, decidimos que al año siguiente se viajaría a EEUU y lo haríamos los tres, sin más.
Un viaje que supuso atesorar en nuestra gran despensa una cantidad de víveres en forma de parques, credits, rides y experiencias inigualable hasta el momento por cualquier otro RCT que se haya hecho. Un viaje muy cansado, quizás el más agotador de todos (muy seguido de cerca por aquella durísima ruta por China) pero que nos unió a los tres en el descubrimiento de lo que más nos gusta y mueve desde que nos conocemos: los parques de atracciones y temáticos.
Os dejo a continuación el listado con todas las bitácoras que he publicado de este viaje, a través de las cuales os he compartido más de 200 fotografías, un montón de datos y he ido explicando paso a paso uno de los viajes más impresionantes de mi vida:
- Día 1: de Barcelona a Washington
- Día 2: borrachos de theming
- Día 3: dominio de reyes intimidatorios
- Día 4: un gran parque... y Six Flags America
- Día 5: un genuino pedazo de EEUU
- Día 6: kilómetros, fails y bolos
- Día 7: la sorpresa de las seis banderas
- Día 8: encuentro con un viejo amigo
- Día 9: Brooklyn, Brooklyn!
Y hasta aquí esta nueva edición de las "Bitácoras desde...", en esta ocasión con unos episodios algo más cargados de lo normal, pero también el tamaño y extensión de las vivencias vividas merecía más texto y fotografías de lo normal.
Espero volver a repetir la experiencia de escribir unas bitácoras tan placenteras como estas que os he presentado en estas últimas semanas.
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